Redacción Gestión

redaccion@gestion.pe

Fue genial mientras duró. En un período de oro desde el año 2003 hasta el 2010, las economías de América Latina crecieron a una tasa promedio anual cercana al 5%, los salarios aumentaron y el desempleo cayó, más de 50 millones de personas salieron de la pobreza y la clase media aumentó a más de un tercio de la población. Pero ahora el auge del crecimiento terminó.

Lo que algunos pensaron que sería una nueva "expansión normal" de 3% al año al parecer resulta ser mucho peor.

Las economías de la región crecerán en promedio solo alrededor de 1.3% este año. Los analistas continúan reduciendo sus previsiones, como lo han hecho durante los últimos dos años.

Ahora solo esperan una leve recuperación el próximo año: tanto el Fondo Monetario (FMI) como el Banco Mundial prevén un crecimiento de apenas 2.2% en el 2015. América Latina se está desacelerando más rápido que la mayor parte del mundo emergente, señala Augusto de la Torre, economista jefe para la región del Banco Mundial. Alejandro Werner, su homólogo en el FMI, prevé un crecimiento promedio de solo 2.7% en los próximos cinco años.

Algunas de las razones son obvias. El factor más importante es el fin del boom de los commodities. Con el debilitamiento del crecimiento de China, los precios de los commoditites han caído a sus niveles más bajos desde la recesión mundial del 2009. Ahora el precio del petróleo se ha visto afectado también, gracias sobre todo, al aumento de la producción en Estados Unidos. Y todo esto ha afectado las economías productoras de materias primas de América del Sur, aunque algunos se benefician de un petróleo más barato.

En peor situación se encuentran los países con gobiernos populistas que despilfarran los ingresos extraordinarios del boom. Los economistas no ven ninguna tregua en la estanflación que aflige a Venezuela y Argentina.

Gracias a la falta de inversión y la gestión macroeconómica torpe, la economía de Brasil apenas crecerá este año y se enfrenta a una presión fiscal en el año 2015.

Sin embargo, la desaceleración va mucho más allá. Las economías de alto vuelo y bien manejadas como Chile, Perú y Colombia están siendo afectadas. La tasa de crecimiento de este año en Chile (2%) y en (alrededor del 3%) es la mitad de la que fue en el 2013. Esto contrasta con el crecimiento en África subsahariana, que es también un gran productor de commodities y para el cual el FMI proyecta un crecimiento de 5.1% este año y el 5.8% el próximo.

Una segunda causa de la desaceleración en América Latina, es el paso hacia una política monetaria normal en Estados Unidos, que elevará el costo del crédito en la región. Pero aún hay pocas señales de que esto tenga un impacto. Las empresas latinoamericanas están emitiendo bonos a un ritmo acelerado.

Algunos economistas reconocen ahora que el boom enmascaró algunos problemas estructurales. El récord de productividad en América Latina puede haber sido incluso peor que lo que los datos parecían indicar, señala La Torre.

Pero existen otras dos explicaciones. Una de ellas es que la pobre educación y capacidad de la región está pasando la factura. Observar y esperar mientras el personal en las tiendas o en las empresas de telecomunicaciones luchan con los equipos informáticos que, o bien no saben cómo operar o que, con frecuencia, están fuera de orden; lleva a preguntarse si la tecnología está mejorando o afectando la productividad.

La segunda, es que la falta de inversión en transporte público hace que las grandes ciudades de la región, que se ven llenas de los nuevos autos que llegaron con el boom, generen menos economías de escala y especialización, porque para la gente es muy difícil moverse dentro de la ciudad.

Lo que sí parece claro es que la región está sufriendo un shock de oferta estructural. Muchas economías han estado operando cerca de su capacidad, señala Werner. De esta manera, un estímulo de demanda, tal como la política fiscal expansiva de Brasil o el reciente anuncio de un bono extra a los empleados públicos en Perú; parece equivocado. Los saldos fiscales se han debilitado en un promedio de tres puntos del PBI desde la recesión del 2009.

Sin embargo, una deuda más baja, bancos más fuertes y mayores reservas permiten una política monetaria más expansiva en algunos lugares. Muchas monedas latinas se están depreciando, sin generar el pánico del pasado y ofreciendo la esperanza de un crecimiento de las exportaciones, además de los commodities (aunque no está claro a cuántas empresas les puede resultar más difícil repagar sus bonos externos). Con costos de endeudamiento bajos, este es el momento para que estos países incrementen la inversión en infraestructura.

Estas inversiones, al igual que los esfuerzos tan necesarios para mejorar la educación y la capacitación, tardan años en dar sus frutos. El problema es que los líderes de América Latina se enfrentan a una población que se moviliza y se ha acostumbrado a los buenos tiempos. Esto requiere de habilidad política. Si está ausente, América Latina puede llegar a tener problemas en los próximos años.