Redacción Gestión

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El metano es invisible y, por ende, no es atractivo para la televisión, así que cuando 100,000 toneladas escaparon de un sistema de en Aliso Canyon (California), durante 112 días el pasado invierno (boreal), los medios le prestaron poca atención. Y eso que la filtración forzó la evacuación de miles de casas (es altamente inflamable, además de ser un gas de efecto invernadero).

En contraste, el derrame de petróleo en la plataforma Deepwater Horizon, en el 2010, fue la noticia principal durante semanas en Estados Unidos y gran parte de la cobertura se enfocó en el impacto ambiental en la costa del golfo de México.

No sorprende pues que muchas compañías petroleras y gasíferas prefieran que las filtraciones de metano permanezcan fuera del ojo público, pese a que ese sector ya supera a las flatulencias del ganado vacuno como fuente de emisión de metano.

Este compuesto es el principal constituyente del , un combustible que las compañías energéticas están adoptando, en lugar del petróleo y el carbón, como "puente" hacia un futuro poscarbono y que ha ganado un nuevo impulso debido a la revolución que ha causado la explotación de petróleo y gas de esquisto.

Cuando se somete a combustión, el metano emite alrededor de la mitad del dióxido de carbono que el carbón y mucho menos azufre, hollín y otros contaminantes. Los gases de efecto invernadero actúan de maneras distintas: el dióxido de carbono permanece en la atmósfera por más de 500 años, mientras que el metano solo durante doce; pero es 25 veces más potente.

El Instituto Estadounidense del Petróleo, un grupo de lobby, señala que Estados Unidos se halla en "buena forma" gracias al . Dado que ha rivalizado con el carbón como la principal fuente de energía, ha ayudado a reducir las emisiones del mayor causante del calentamiento global.

La entidad cita datos que muestran que las filtraciones de metano desde pozos y ductos en el país han caído los últimos 25 años, de modo que no hay que estar "irrazonablemente preocupados".

Sin embargo, los ambientalistas que admiten una preferencia por el sobre el carbón, creen que las filtraciones de metano podrían ser su defecto fatídico. El Fondo de Defensa Ambiental (EDF), una ONG estadounidense que trabaja con el sector para reducir las emisiones de metano, ha instalado en años recientes cámaras infrarrojas en los ductos y pozos, así como monitoreo aéreo para recolectar información. Los resultados sugieren que las filtraciones de metano son significativamente más altas de lo que se pensaba.

El EDF ha hallado que una cantidad desproporcionada de emisiones fugitivas de infraestructura petrolera y gasífera proviene de pocos sitios que son "grandes emisores". Casos raros, como el de Aliso Canyon, pueden tomar meses en subsanarse, pero más a menudo pueden tratarse de tanques con válvulas averiadas que si no se reparan, continúan liberando metano.

La Agencia de Protección Ambiental (EPA), entidad reguladora del Gobierno estadounidense, ha promulgado sus primeras reglas específicas para limitar las filtraciones de metano, tras reconocer que había infravalorado el problema —ha elevado en nada menos que 30% su estimado de filtraciones de metano en el país para el 2013—.

La EPA calcula que entre 2% y 2.5% del gas que fluye a través de la cadena de suministro estadounidense sufre filtraciones.

Esto podría amenazar el argumento de que el es más limpio que el carbón. Y si emerge como rival del petróleo como combustible para el transporte, que es lo que compañías europeas como Royal Dutch Shell esperan, tales niveles de filtración erosionarían su beneficio climático neto, indica el científico jefe del EDF, Steve Hamburg.

"Siempre es ventajoso para el clima, en el largo plazo, pasarse del carbón al gas, pero los beneficios a corto plazo dependen de la minimización de las emisiones de metano", agrega.

Los productores de petróleo y gas reconocen que es positivo para sus intereses frenar las filtraciones, pues les brinda más gas para vender, y sostienen que están intensificando sus esfuerzos de monitoreo y que han incrementado el uso de métodos "verdes" en los pozos de esquisto para capturar el metano emitido al final del proceso de fracturación.

Las grandes compañías europeas parecen haber asumido seriamente el riesgo sobre su reputación. "El sector entiende que necesita actuar conjuntamente", sostiene un ejecutivo.

Por ejemplo, BP ha diseñado un proyecto de gas en Omán que está orientado a estar libre de emisiones, en tanto que la italiana ENI se ha fijado metas para recortar sus emisiones de metano, y las ha hecho públicas.

Algunos gigantes petroleros estatales, como la saudí Aramco y la mexicana Pemex, se han sumado a esfuerzos globales para reducir las emisiones de metano. Pero muchos estiman que hay empresas en Rusia, Angola y Nigeria que resultarían siendo emisoras si se recolectase información estadística confiable.

El año pasado, un informe elaborado por la investigadora de mercados Rhodium Group indicó que grandes productores como Irak, Angola y Libia nunca han reportado a la ONU cifras sobre sus emisiones de metano. Sin que exista buena data a nivel global, será imposible abordar el problema y buscarle soluciones.

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