Para cuando llega a la mesa, una botella de vino cuesta ocho veces más que en su país de origen. Su costoso recorrido es la regla, no la excepción, para los productos que importa Colombia.
Para cuando llega a la mesa, una botella de vino cuesta ocho veces más que en su país de origen. Su costoso recorrido es la regla, no la excepción, para los productos que importa Colombia.

Los colombianos pagan más por el vino que la mayoría de los latinoamericanos. El precio se dispara tan pronto como una caja llega a la costa. Cada vez que arriba un cargamento, los importadores deben presentar al menos ocho formatos al mismo número de agencias.

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