(Foto: Agencias)
(Foto: Agencias)

Pobres los países que participarán en la reunión del este fin de semana. La cumbre, que durante años ha sido una reunión de colaboración para países de ideas afines, corre el riesgo de ser dominada más por sus divisiones que por sus logros.

Los líderes en Canadá enfrentan una dura elección a la hora de organizar las discusiones. ¿Deberían centrarse en los problemas comerciales que son fundamentales para la salud de la economía mundial, a pesar de que ese tema probablemente enfrentará a Estados Unidos contra los otros seis países?

Eso, a su vez, podría socavar el progreso en otros desafíos globales clave. ¿O deberían los socios de EE.UU. aspirar a avanzar en esos otros asuntos adaptándose al enfoque unilateral de EE.UU. para lograr un comercio internacional más justo?No es una elección fácil.

El riesgo de una caída sostenida hacia una guerra comercial global, acelerada por las recientes medidas arancelarias de EE.UU. y de represalia de otros, podrían socavar un repunte en el crecimiento global que ya está siendo desafiado por un conjunto cada vez mayor de factores internos.

Una consecuencia es exponer las vulnerabilidades subyacentes económicas y financieras internas, especialmente en países que han enfrentado incertidumbre política (Italia), un manejo cambiante de la política (Argentina y Turquía) y la amenaza de salidas de capital (Brasil).

Los gobiernos, las empresas y los inversionistas se ven cada vez más obligados a jugar un juego de “aplasta al topo” en respuesta a los trastornos, incluido el casi colapso financiero en Italia y el desplome de las monedas en varios países emergentes.

El restablecimiento de un enfoque más colaborativo hacia las negociaciones comerciales sería un paso importante para reducir los riesgos para el crecimiento económico y la prosperidad mundial. Es por eso que sería de poca visión de futuro de parte de los líderes del G7 dejar de lado el comercio en pro de una cumbre más armoniosa.

Además, la reunión brinda un foro particularmente bueno para poner en marcha un proceso cooperativo. Después de todo, todos los miembros tienen una legítima preocupación por el continuo uso de China de barreras no arancelarias como los requisitos de empresas conjuntas, y con su tratamiento de la propiedad intelectual, un asunto por el cual EE.UU. ha estado presionando para que sea abordado por el gobierno chino.

Una estrategia colaborativa para las negociaciones comerciales también podría proporcionar la base para los esfuerzos mundiales muy necesarios para modernizar los acuerdos existentes.

Muchos de los pactos se alcanzaron cuando las economías nacionales y mundiales funcionaban de manera muy diferente de lo que lo hacen hoy. Estos acuerdos no se han ajustado completamente a los cambios estructurales nacionales, el impacto de la tecnología y los realineamientos económicos y financieros globales.

Al mismo tiempo, mantener el comercio como parte central de la agenda conlleva riesgos considerables. Si el tema no es manejado hábilmente, EE.UU. podría encontrarse aislado y agravado, lo que socavaría el progreso general de la cumbre.

Además, hay muchos otros asuntos que discutir, entre ellos la reunión de EE.UU. y Corea del Norte en Singapur la próxima semana, las consecuencias del retiro de EE.UU. del acuerdo con Irán, la situación en el Medio Oriente, la migración y la difícil situación de los refugiados, y la necesidad de un enfoque más coordinado para el creciente impacto del Big Tech (especialmente en lo que respecta a la privacidad de datos y la inteligencia artificial). Y todavía falta mucho más en la lista.

El mal manejo del comercio fácilmente podría inclinar al G7 a un juego de acusaciones, en lugar de hacer de la cumbre un foro para la discusión productiva de los temas mencionados anteriormente.

Las acusaciones contra el proteccionismo de EE.UU. serían contrarrestadas por las quejas de que los otros seis países no están haciendo lo suficiente para promover el crecimiento económico en sus países. EE.UU. casi con certeza tiene preparada una lista de impedimentos estructurales para el crecimiento en Europa y Japón que puedeny deben ser solucionados mediante la implementación sostenida de políticas.

No hace mucho, el principal desafío al que se enfrentaba un G7 unido era la erosión en su capacidad de informar, influenciar y entregar resultados económicos globales superiores. Luego, fue superado en importancia y atención por el Grupo de los 20. Ahora, el G7 enfrenta el desafío adicional de mantener la coherencia operativa para tratar con problemas que principalmente se encuentran en su presentación preliminar.

Por Mohamed El-Erian

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.