Con la decisión de Standard & Poor's, Brasil se aleja todavía más del sello de "buen pagador". (Foto: Reuters)
Con la decisión de Standard & Poor's, Brasil se aleja todavía más del sello de "buen pagador". (Foto: Reuters)

 (EFE) La agencia calificadora de riesgo crediticio Standard & Poor's rebajó en un escalón la nota de , que ha pasado de "BB" a "BB-", con una "perspectiva estable", debido al retraso en la aprobación del ajuste fiscal y de la reforma de las pensiones.


Con esta decisión, Brasil se aleja todavía más del sello de "buen pagador" y se estanca en la categoría de lo especulativo al encontrarse tres escalones por debajo del llamado grado de inversión, de acuerdo con la clasificación de la agencia estadounidense.


Standard & Poor's alegó como "una de las principales debilidades" del gigante sudamericano el retraso en la aprobación del ajuste fiscal que permita acabar con el crónico y abultado déficit en las cuentas públicas.


"A pesar de los varios avances de la administración del presidente , Brasil hizo un progreso más lento del esperado en implementar una legislación significativa para corregir el derrape fiscal estructural y el aumento de los niveles de endeudamiento", argumentó la agencia.


Además, apuntó que la "incertidumbre" con respecto a las elecciones presidenciales previstas para octubre del 2018 agravan ese escenario.


No obstante, S&P modificó la perspectiva de "negativa" a "estable", es decir sin previsiones de futuras rebajas en la nota, debido al "perfil externo comparativamente sólido de Brasil y a la flexibilidad y credibilidad de su política monetaria y cambiaria".


Esos últimos factores hacen de contrapeso de las "debilidades económicas y fiscales y de la incertidumbre sobre las elecciones presidenciales del 2018".


El Ministerio de Hacienda brasileño dijo en una nota que el Gobierno mantiene su compromiso de "consolidación fiscal", que debe avanzar "con la agenda de reformas en debate en el Congreso Nacional", así como con la "mejora de la productividad y la retomada del crecimiento".


"El Gobierno refuerza su compromiso en aprobar medidas como la reforma de las pensiones", entre otras para "garantizar el crecimiento sostenible de la economía brasileña y el equilibrio fiscal a largo plazo".


El gabinete del mandatario Michel Temer, en el poder desde mayo del 2016 tras la destitución de Dilma Rousseff, de quien era su vicepresidente, ha llevado a cabo un ambiciosa agenda económica marcada por profundas reformas estructurales, un amplio plan de privatizaciones y un severo ajuste fiscal.


Sin embargo, tras aprobar un techo de gastos y una reforma laboral que flexibiliza el mercado de trabajo, el Ejecutivo está encontrando serias dificultades para sacar adelante la reforma del sistema de pensiones, la cual se encuentra paralizada desde hace meses en la Cámara de Diputados.


El proyecto está previsto que sea votado en febrero en la Cámara Baja y hasta esa fecha el Gobierno brasileño busca sumar los apoyos mínimos necesarios (308 de los 513 diputados del pleno) e insiste en que el futuro del país depende de su aprobación.


El propio Temer reconoció que la cercanía de los comicios presidenciales está provocando que muchos parlamentarios se muestren reticentes a dar su aval a dicha reforma, que prevé un endurecimiento en las condiciones para obtener esa prestación.


S&P destacó que, a pesar de que Brasil haya salido de la recesión de los dos últimos años, debe registrar un crecimiento menor que el de otros países por causa de que "los altos déficit del Gobierno central persisten".


Para el 2018, la previsión del Gobierno es cerrar con un déficit fiscal que no sobrepase los 159,000 millones de reales (unos US$ 48,000 millones).


Antes del corte de este jueves, la nota de Brasil estaba en la misma posición en las clasificaciones de las tres principales agencias de calificación de riesgo (Standard & Poor's, Moody's y Fitch), dos escalones por debajo del grado de inversión.


Entre el 2008 y 2009, Brasil consiguió el grado de inversión otorgado por estas tres entidades.


Sin embargo, en setiembre del 2015, S&P fue la primera en retirar a Brasil el sello de "buen pagador", algo que fue replicado después tanto por Fitch como por Moody's.