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Richard Manriquermanrique@diariogestion.com.pe

La del gobierno argentino de expropiar la petrolera YPF, filial de la española Repsol, afectará el flujo de al sector hidrocarburos de América Latina; sin embargo, el Perú podría aumentar su atractivo debido a su liderazgo económico en la región, sostuvo Pedro Martínez, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE).

"(Esta decisión de Argentina) le hace daño a la región en su conjunto, porque da una mala imagen a los inversionistas. Hay un mal mensaje de Sudamérica, con ejemplos de otros países donde también se han confiscado o estatizado algunas industrias. Los países que estamos en la senda correcta (como Perú), podemos obtener inversiones adicionales; pero en general le hace daño a la región", explicó.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es que Repsol se vuelva más prudente en sus nuevas inversiones, incluyendo las destinadas a Perú, debido a la afectación económica por la de su filial en Argentina.

"El golpe que está recibiendo le va a generar problemas no solamente patrimoniales, sino también en caja, en la cotización de sus acciones, como ya se está viendo. Y, obviamente, tendrán que tener mucho cuidado para evaluar nuevas ", estimó.

Las razonesEl presidente de la SNMPE explicó, sin ánimo de entrometerse en la política externa, que gobierno argentino es el que ha propiciado el argumento que utiliza para expropiar la petrolera YPF, pues mantuvo una política de control de precios.

"Hasta donde conocemos nosotros, el gobierno argentino fijó los precios de los combustibles y no permitió que éstos se actualicen conforme avanzaban los precios internacionales; mientras tanto, subían los costos de mano de obra, de producción, de operación o de administración. Y los precios se mantuvieron congelados: esto ha llegado a estrechar los resultados de la compañía y no han podido hacer nuevas inversiones", explicó.

¿Cómo se trató de equilibrar este problema? Martínez señaló que el gobierno argentino tuvo que importar petróleo, agotando las reservas, y haciendo del subsidio una bola de nieve al comprar un petróleo internacional caro para venderlo a un precio barato, debido a su política de "congelar" los precios.

"A nosotros ya nos ha pasado: al final eso es un juego tonto de la economía, simplemente por decir que la inflación está controlada y aquí el precio no sube. Ya aprendimos esa lección: lo más sano es que los precios se mantengan al libre juego de la oferta y la demanda. Ese subsidio, al final lo paga el propio consumidor; entonces: ¿qué es más sano: engañar para que después se pague o reflejar la realidad?", explicó.