Foto 11 | La industria no primaria en 2018 registrará su primer avance (2.5% comparado con el 2017) después de cuatro años consecutivos de contracción. La industria textil y cervecera por el “efecto Mundial”, así como un mejor desempeño de los socios comerciales que favorecerá la demanda por productos textiles. Por su parte, la industria metalmecánica y cementera estará impulsada por la mayor inversión minera, Reconstrucción El Niño y Juegos Panamericanos.
Foto 11 | La industria no primaria en 2018 registrará su primer avance (2.5% comparado con el 2017) después de cuatro años consecutivos de contracción. La industria textil y cervecera por el “efecto Mundial”, así como un mejor desempeño de los socios comerciales que favorecerá la demanda por productos textiles. Por su parte, la industria metalmecánica y cementera estará impulsada por la mayor inversión minera, Reconstrucción El Niño y Juegos Panamericanos.

Bloomberg. Durante décadas, el contenedor de donaciones ha ofrecido a los consumidores de los países ricos una forma de desechar su ropa vieja sin sentirse culpables.

En un ciclo virtuoso y rentable, una red global de comerciantes recogía estas prendas, las clasificaba y las transportaba por todo el mundo para su reciclaje, para que fueran usadas nuevamente o para convertirlas en trapos y relleno.

Ahora ese ciclo se está acabando. Las tendencias de la moda se están acelerando, la ropa nueva se está volviendo tan barata como la usada, y los países pobres le están dando la espalda al comercio de segunda mano.

Si no se producen cambios significativos en la forma en que se fabrican y comercializan las prendas de vestir, esto podría suponer un desastre ambiental en ciernes.

Nadie está más alerta de este cambio que las aproximadamente 200 empresas dedicadas a reciclar ropa para convertirla en estambre y mantas en Panipat, India.

Ubicada a 55 millas al norte de Delhi, la polvorienta ciudad de 450,000 habitantes ha funcionado como la mayor recicladora mundial de prendas de lana durante al menos dos décadas, y se convirtió en un punto de venta crucial para el comercio de ropa usada, valorado en US$ 4,000 millones.

Las fábricas de Panipat se especializan en un material conocido como borra de lana (shoddy), que se fabrica con estambre de baja calidad reciclado de prendas de lana. Gran parte de lo que producen se usa para fabricar mantas baratas para operaciones de rescate en casos de desastre.

Ha sido un buen negocio: en su apogeo a principios de la década de 2010, los fabricantes de borra de lana de Panipat podían producir 100,000 mantas por día, lo que representaba el 90% del mercado de mantas para emergencias.

Sin embargo, a principios de la década de 2000, los fabricantes chinos con excedente de efectivo comenzaron a usar plantas modernas que podían producir muchas más mantas por día que Panipat, y en una variedad más amplia de colores.

Ramesh Goyal, gerente general de Ramesh Woollen Mills, me dijo que el proceso de manufactura de China se ha vuelto tan eficiente que una manta polar nueva cuesta solo US$2,50 en venta minorista, en comparación con US$ 2.00 por una manta reciclada. Esto ha convertido a China en el fabricante preferido de mantas de emergencia a nivel mundial, lo cual le ha costado a Panipat la mayor parte de su mercado de exportación.

Por lo tanto, Panipat está cambiando. Hace cinco años, nadie en la ciudad hacía mantas nuevas de lana. Hoy, aproximadamente 50 plantas lo hacen.

Ramesh Woolen Mills añadió una línea fabricada en China en 2016, con la cual aumentó su producción de 7,000 kilogramos por día a 12,000, dos tercios de los cuales es polar. Los consumidores aprecian la calidad, variedad y tiempos de producción rápidos.

Pero lo que es bueno para Panipat y sus clientes es una mala noticia para los donantes y el medio ambiente. Incluso si Panipat estuviera produciendo borra de lana a su máxima capacidad, probablemente no podría manejar el creciente flujo de ropa usada que ingresa al mercado en busca de una segunda vida.

Entre 2000 y 2015, la producción mundial de ropa se duplicó, mientras que la cantidad promedio de veces de uso de una prenda antes de su eliminación disminuyó en un 36%. En China, disminuyó en un 70%.

El auge de la "moda rápida" está creando un escenario sombrío: la marea de ropa de segunda mano sigue creciendo incluso mientras los mercados para reutilizarla desaparecen. Desde un punto de vista ambiental, este es un gran problema.

La industria de la ropa ya representa el 10% de las emisiones mundiales de carbono, y a medida que los mercados de reciclaje se desmoronan, su contribución podría dispararse.

La buena noticia es que nadie tiene un mayor incentivo para abordar este problema que la propia industria. Con el aumento de las temperaturas y la intensificación de las sequías, el cambio climático podría reducir sustancialmente la producción de algodón y, por lo tanto, hacer que la producción de prendas sea menos predecible y mucho más costosa. Los ejecutivos de la industria están claramente preocupados.

La pregunta es qué hacer al respecto. Algunas marcas, como Hennes & Mauritz AB (más conocida como H&M) y Patagonia Inc., están experimentando con nuevas fibras hechas de material reciclado, lo que podría ayudar.

Pero a más largo plazo, la industria tendrá que intentar reenfocar a los consumidores hacia la durabilidad y la calidad, y cobrar lo que corresponda. Algunas formas de hacerlo serían ofrecer garantías sobre la ropa y hacer etiquetas que informen a los consumidores de la vida útil esperada de un producto.

Mientras tanto, para saciar el hambre de moda rápida, las marcas también podrían explorar negocios de alquiler de moda por suscripción, como YCloset de China, u otros modelos más sostenibles.

Ninguna de estas opciones puede reemplazar a Panipat y las otras ciudades industriales que en su día transformaron los desechos de la gente rica en ropa barata para los pobres. Pero, guste o no, esa era está llegando a su fin. Ahora el desafío es dar las puntadas juntos para confeccionar un nuevo conjunto de soluciones.

Autor: Adam Minter |  Esta columna no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o Bloomberg LP y sus dueños.

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