Economía peruana. (Foto: USI)
Economía peruana. (Foto: USI)

Las cosas definitivamente están mejorando, en múltiples frentes, en Perú. Bueno, al menos en múltiples frentes económicos. La política sigue siendo una preocupación, según el informe Global Outlook de Scotiabank.

Desde nuestro último informe de Perspectiva Global, el crecimiento del PBI ha sorprendido al alza, el crecimiento del empleo ha mejorado significativamente, la inflación ha disminuido, el déficit fiscal se ha desplomado y las cuentas externas han estado más fuertes de lo esperado.

Ha habido algunas pocas áreas de decepción. Fuera de la esperada desaceleración en el crecimiento de la producción minera (pero no en el crecimiento de la inversión minera), todas las decepciones han venido de la política de estímulo del gobierno.

Dada la gran cantidad de noticias favorables, hemos elevado nuestras previsiones de crecimiento del PBI para el 2018 desde 3.3% a 3.5%, siendo aún posible cierta evolución al alza, y para el 2019 desde 3.7% a 4.0%. Esto refleja nuestra opinión de que la tendencia de crecimiento ha cambiado de dirección, de forma lenta pero clara. Un entorno de crecimiento mundial (aún) favorable ciertamente ha ayudado.

El segundo trimestre se muestra especialmente sólido, con un crecimiento de 7.8% interanual en abril, lo que nos lleva a aumentar nuestra previsión de crecimiento para el segundo trimestre del 2018 desde 4.0% a 4.8%. Para poner esto en perspectiva, el crecimiento del PBI se ha acelerado desde 2.5%, interanual, en el cuarto trimestre del 2017 a 3.2% en el primer trimestre del 2018, a casi 5% en el segundo trimestre del 2018.

Tenga en cuenta, sin embargo, que el segundo trimestre será el último trimestre en beneficiarse de una baja comparación de base interanual, debido a El Niño en el 2017, por lo que el crecimiento debería desacelerarse en los próximos trimestres. Sin embargo, incluso si se excluyen todos los factores excepcionales (El Niño el año pasado, una temporada de pesca inusualmente fuerte), el crecimiento del PBI habría estado en un saludable rango de 3.5% a 4.0%. El crecimiento de la manufactura no basada en los recursos de 12.4% fue especialmente revelador de la fortaleza de la demanda, tanto de exportación como nacional.

Sin embargo, no todo es positivo.

El gasto público ha seguido rezagado y no será el motor de crecimiento que inicialmente se suponía que debía ser. Los múltiples cambios en el Ministerio de Economía y Finanzas, y en el gabinete en general, han retrasado el calendario de gastos de inversión y plantea interrogantes sobre cómo se enfrentará la reconstrucción posterior al Niño.

Afortunadamente, el sector privado ha tomado la posta. La inversión privada (crecimiento de 5.3% en el primer trimestre) y la demanda interna (4.0%) se han convertido claramente en los principales impulsores del crecimiento. El sector privado se está recuperando muy bien de los shocks del 2017 y ha demostrado ser más resistente de lo esperado a la luz de las investigaciones sobre corrupción y la turbulencia política. La manufactura no relacionada con los recursos aumentó un 4.1% interanual en el año hasta abril, rompiendo una tendencia bajista a tres años, una señal más de que la situación ha cambiado.

Para seguir con las buenas noticias, el déficit fiscal del Perú en los doce meses hasta mayo se redujo a 2.4% del PBI, desde 2.7% en abril (y 3.2% al inicio del 2018). La mejora se debe a los motivos correctos, ya que los ingresos fiscales aumentaron un 22.5%, interanual, en mayo, en comparación con el gasto público, con un alza de 8.9%. Tenga en cuenta que mayo es el segundo y último mes en la temporada de impuestos principales, que ha sido muy fuerte este año.

Ya habíamos reducido nuestra cifra de déficit fiscal para todo el año 2018 a 3.2% desde 3.5%, pero incluso 3.2% ahora parece un poco alto. Ninguna de estas cifras tiene en cuenta el nuevo aumento de los impuestos indirectos, que solo debería tener un leve impacto en el crecimiento de los ingresos.

Las recientes cifras fiscales han aliviado algunas de las preocupaciones que los mercados tenían de que el déficit fiscal se salga de control, y que la deuda fiscal del Perú podría superar el 30% del PBI en unos pocos años. Como siempre, estas preocupaciones pueden resurgir si los precios de los metales bajaran bruscamente, lo que siempre es un riesgo para el Perú.

Lo que es un menor riesgo (directo) para el país es el impacto de las guerras comerciales. Perú no produce el tipo de productos manufacturados que podrían ver nuevas tarifas aplicadas. El riesgo para Perú es el impacto indirecto que se produciría si las guerras comerciales perjudicaran el crecimiento mundial, pero también los posibles impactos en los precios de los metales debido a las preocupaciones recientes sobre la fijación de precios de la política comercial estadounidense en esos mercados.

La economía peruana ha sufrido menos de lo que se temía debido a la turbulencia política interna, en gran medida porque la política no ha alterado una adecuada gestión económica. Desde el 2016, ha habido cuatro ministros de economía y finanzas y, sin embargo, no hay ninguna sensación de interrupción en las directrices generales de política económica. El último nombramiento, Carlos Oliva, ha sido bien recibido por los mercados, que lo ven como alguien convencional y con suficiente experiencia como ex viceministro del MEF en el 2011-2016.

Mientras tanto, el Banco Central (BCR) puso fin a su política expansiva, que había llevado su tasa de referencia de 4.25% en abril del 2017, a 2.75% actualmente. La inflación se está recuperando levemente, y debería volver al medio (2%) del rango objetivo del Banco Central bastante pronto.

Esperamos que la tasa de referencia del BCR permanezca estable durante el resto del año. El BCR no debería tener prisa por comenzar a subir las tasas nuevamente, a pesar de una brecha cada vez menor entre las tasas del BCR y la Fed. Históricamente, el banco central ha mantenido un período de estabilidad de tasas antes de cambiar las políticas.

No hemos cambiado nuestra previsión de tasa de cambio de fin de año de 3.18... todavía. Sin embargo, nuestras dudas sobre la duración de la fortaleza del USD nos están dando una pausa. Los fundamentos continúan apuntando a un PEN más fuerte, con un superávit de comercio exterior constantemente más fuerte de lo esperado. Sin embargo, en las últimas semanas, los fundamentos han quedado relegados a la fortaleza del USD y la volatilidad de los precios de las materias primas.

Aunque el PEN ha sido, como siempre, más estable que sus pares regionales, no ha sido inmune a las fuerzas en juego para las monedas regionales, y ha estado fluctuando en la mitad superior de la banda 3.20-3.30 que se formó en el pasado año y medio.

Estamos tentados de echar otro vistazo a nuestro pronóstico de fin de año; sin embargo, aún es temprano en el año, y queremos más certeza de que la fortaleza actual en USD sea más que solo temporal antes de hacer cualquier revisión.