Jack Ma
Jack Ma

Por Tim Culpan

En una columna de opinión publicada el miércoles por el diario The Wall Street Journal, el presidente de Alibaba Group Holding Ltd., Jack Ma, argumentó en contra del aumento de las tensiones comerciales entre las dos economías más poderosas del mundo.

"Ambos lados perderían en una guerra comercial entre Estados Unidos y China" era el titular. Es la misma hipótesis que presenté hace un mes y no fui el primero, porque -francamente- es un poco obvio.

Los argumentos generales que Ma presenta son acertados: "Las economías producen lo que mejor hacen e importan otras cosas" y "los indicadores económicos sugieren que a la economía estadounidense le está yendo bien, independientemente del déficit comercial".

Hace dos semanas dije que EE.UU. no tenía por qué quejarse de que los iPhones de Apple Inc. se fabricaran en China, ya que la mayor parte del valor (y la ganancia) es estadounidense. Ma afirmó lo mismo.

Pero también habla de China como si se tratara de una economía abierta, en pleno auge, lista para compartir su botín con el resto del mundo.

Por lo tanto, es irónico que el Gobierno estadounidense esté librando una guerra comercial en un momento en que el mayor mercado de consumo posible en el mundo está abierto a los negocios.

No es el caso.

Como mucho, la puerta de China está entreabierta. No solo se mantienen importantes barreras comerciales en la forma de aranceles, sino que sus normativas y restricciones de inversión hacen que sea extremadamente difícil para las empresas extranjeras establecerse en el país.

No estoy diciendo que las barreras no existan en otros lugares, porque pocas naciones en el mundo corresponden a economías basadas puramente en el libre comercio, pero China y sus líderes empresariales se alejan de la verdad si se declaran inocentes.

Tome como ejemplo los aranceles a las importaciones.

A pesar de haberse unido a la Organización Mundial del Comercio (OMC) hace 17 años, China sigue imponiendo aranceles a numerosos productos fabricados en el extranjero. Lo mismo ocurre en muchos otros países, pero los niveles arancelarios de China habitualmente superan a los de EE.UU. El arancel ad valorem sobre la soja (código HS 120190), la mayor exportación estadounidense a China, es del 3 por ciento. EE.UU. tampoco es inocente: cobra un impuesto de importación que no se basa en el valor sino en el peso, el que resultó ser de alrededor del 0,126 por ciento el año pasado, de acuerdo con los cálculos de Gadfly.

Esta tendencia es constante a lo largo de las principales categorías de productos que se comercializan entre ambos países. Los aranceles para la maquinaria eléctrica (HS 85) oscilan entre un 0 y un 35 por ciento para ingresar a China, con un promedio de 8,7 por ciento, según datos de la OMC. Para ingresar estos productos a EE.UU., los aranceles promedian un 3 por ciento y varían de un 0 a un 15 por ciento.

Para las aeronaves (HS 8802), a pesar de ni siquiera ser una gran exportación para China, Pekín ya estaba cobrando hasta un 5 por ciento antes de las alzas en categorías seleccionadas en represalia por los aranceles al acero propuestos por el presidente Donald Trump. Para los cereales (HTS 10), el promedio es del 24,2 por ciento para ingresar a China, y del 1,5 por ciento para entrar a EE.UU. Aunque seamos claros, Washington gana más al cobrar según el peso en lugar de hacerlo por el valor.

Más insidiosas son las barreras no arancelarias que China tiene implementadas.

Las restricciones a la inversión son la ruina de las empresas extranjeras que intentan lograr que las cosas resulten en la segunda mayor economía del mundo. El propio Ma debería saberlo; tuvo que establecer una entidad de participación variable registrada en las Islas Caimán solo para que Alibaba pudiera cotizar acciones en la Bolsa de Nueva York. En serio, Jack, ¡cómo puedes afirmar que China está abierta a los negocios cuando tuviste que crear tu propia compañía no china solo para poder realizar una oferta pública inicial!

Incluso Xi Jinping admitió tácitamente que China no está tan abierta cuando reiteró esta semana su compromiso de flexibilizar las restricciones a la propiedad extranjera en la industria automotriz. Los fabricantes de automóviles chinos ya poseen compañías de automóviles en el extranjero.

Ma cerró su columna hablando de los planes de Alibaba para conectar a China con EE.UU., iniciativa que reveló el año pasado. "Si bien podemos enfrentar contratiempos en el actual entorno proteccionista, sigo confiando y espero con gran expectativa los próximos 20 años".

Yo también espero con gran expectativa los próximos 20 años, Jack, pero no finjamos que el proteccionismo es un concepto extraño en China.