¿Cuándo es rentable la integración?

Muchos debates sobre inmigración que se extienden a lo largo de todo el mundo reflejan la errónea suposición de que admitir el ingreso de inmigrantes es un acto de generosidad y, a la vez, un acto muy costoso. Sin embargo, muy al contrario de constituirse en una carga económica, los inmigrantes representan una gran oportunidad para los países de destino. Los países que adoptan un enfoque reflexivo y de largo plazo con respecto a la inmigración pueden capturar beneficios grandes y tangibles.

Según un estudio de McKinsey Global Institute (MGI), los migrantes transfronterizos (de los cuales más del 90 % se desplaza por razones económicas) representan el 3.4 % de la población mundial; sin embargo, su contribución llega a casi el 10 % del PIB global. Como cerca de dos tercios de estos migrantes residen en países desarrollados, donde la productividad tiende a ser alta, el impacto de su trabajo se maximiza, lo que conduce a beneficios económicos de largo alcance.

Los migrantes añadieron 6.7 millones de millones de dólares al PIB mundial en el 2015: alrededor de 3 millones de millones de dólares más de lo se proyectaba que ellos hubiesen producido en caso de que se hubieran quedado en sus países de origen.

El MGI estima que en el 2015, los inmigrantes generaron unos dos millones de millones de dólares en EE. UU. y 550,000 millones en Alemania, por citar solo dos ejemplos. Y es probable que estas estimaciones sean modestas si se tiene en cuenta que los inmigrantes son también fuente importante de innovación y espíritu empresarial; desempeñan un papel particularmente importante en países con poblaciones que envejecen y contribuyen con ingresos fiscales.

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