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La Banca Europea a examen

Olga Cerqueira GouveiaEconomista Principal de Sistemas Financieros de BBVA Research

Antes de asumir la supervisión de 128 bancos europeos, el Banco Central Europeo (BCE) ha puesto en marcha (con la ayuda de los bancos centrales nacionales y varias empresas de consultoría y auditoría) un ejercicio de evaluación global de la situación financiera de estos bancos. Este ejercicio empezó a finales de 2013 y se extenderá hasta octubre, fecha prevista para la publicación de los resultados.

El ejercicio se compone de dos pilares fundamentales: (i) el análisis de la calidad de los activos de los bancos y (ii) la prueba de resistencia o test de estrés. En el primero se busca evaluar bajo criterios homogéneos la correcta clasificación contable de los activos (por ejemplo si es moroso y no ha sido identificado como tal) y su valoración (pudiendo originar saneamientos adicionales).

En la prueba de resistencia que el BCE desarrolla en conjunto con la Autoridad Bancaria Europea (EBA) se analizará la capacidad de cada entidad para mantener unos niveles adecuados de solvencia ante dos escenarios de estrés: uno central en el que el requerimiento de capital de máxima calidad es del 8% y otro adverso con un requerimiento del 5.5% (porque los bancos están sujetos a un escenario con reducida probabilidad de ocurrencia y por tanto se les permite consumir parte de sus colchones de capital).

Este ejercicio no tiene precedentes en la Eurozona, ya que incorpora una revisión de los balances previa a la realización de la prueba de resistencia. Si dentro de un mismo país con criterios contables y regulación homogéneos a menudo se detectan inconsistencias entre bancos, la disparidad puede ser inmensa en 18 países con reglas que, si bien se han armonizado en los últimos años, siguen manteniendo diferencias. Por consiguiente, esta homogeneización es esencial para que el punto de partida y los resultados de las pruebas de resistencia sean comparables entre países y entidades.

¿Por qué es tan importante este ejercicio? En primer lugar, porque siguen existiendo dudas sobre la solvencia de varios bancos europeos y es difícil que la confianza de los inversores vuelva sin que se haga un ejercicio transparente, amplio, homogéneo, robusto y en definitiva, creíble. No sirve una evaluación parcial que deje fuera riesgos importantes ni una prueba poco estricta que no mida la verdadera capacidad de resistencia ante situaciones adversas.

En segundo lugar, para apoyar la recuperación económica en Europa es imprescindible que sus bancos sean solventes y sanos. Europa no se puede permitir mantener bancos zombies que siembren dudas sobre el conjunto del sistema (dificultado su acceso a los mercados) y que por su incapacidad de conceder nuevo crédito retrasen o perjudiquen el crecimiento económico.

Por último, este es un ejercicio muy importante para sus participantes: el BCE se juega su credibilidad si asume la supervisión de bancos que luego resultan insolventes, por lo que tiene que asegurarse la realización de un ejercicio sólido, metodológicamente coherente, riguroso, exigente y, al mismo tiempo, razonable. Los bancos por su parte no quieren fallar y ya se están preparando, actuando anticipadamente con ampliaciones de capital, refuerzo de provisiones (como en el caso de los bancos italianos) o ventas de negocios no estratégicos o carteras de fallidos.

La banca española afronta este ejercicio con algunas ventajas pero también con desventajas. Como ventajas podemos destacar el aumento de transparencia realizado en los últimos meses, la semejanza entre las definiciones españolas y las de la EBA (de morosidad o de créditos refinanciados, por ejemplo) y haber pasado por un proceso semejante hace poco más de 18 meses.

La principal desventaja es que la prueba de estrés se realiza en un momento del ciclo particularmente malo para la banca: los niveles de morosidad a diciembre de 2013 son los más elevados históricamente, impactando negativamente el cálculo de las pérdidas esperadas. Por otro lado, la capacidad de generación de resultados en el año 2013 (que servirá como referencia) será previsiblemente inferior a la de los próximos años.