(Foto: Difusión)
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Pollerías, chifas y cebicherías serán los rubros con mayor demanda dentro del sector restaurantes, que podrán atender al público en sus salones desde los primeros días de julio, cumpliendo los protocolos sanitarios para prevenir el contagio de la COVID-19, estimó la Cámara de Comercio de Lima (CCL).

“Les seguirán en la preferencia de los consumidores las pizzerías y restaurantes de comida criolla; sin embargo, la rentabilidad de estos negocios dependerá también de la capacidad de respuesta de los restaurantes, considerando que tendrán un aforo máximo del 40% de su capacidad, conforme al Decreto Supremo N° 117-2020-PCM”, dijo el presidente del Sector Gastronomía de la CCL, Jorge Penny.

Añadió que dicho desempeño también estará sujeto a lo dispuesto en el protocolo de atención, que será publicado  a través de una resolución ministerial del Ministerio de la Producción (Produce).

Caída en las ventas

Con respecto a las ventas, el sector Gastronomía de la CCL proyectó que se registrará una contracción en los años 2020 y 2021. “La recuperación no se dará ni este año ni el próximo. Esperemos que el 2022 sea más auspicioso y favorable”, comentó.

Al respecto, sostuvo que tales proyecciones se explican porque un gran número de consumidores aún teme regresar a sitios públicos como los restaurantes, ante la posibilidad de un rebrote del coronavirus. A ello, se suma la restricción del arribo de turistas, quienes generaban importantes ingresos para el sector gastronómico.

Por esta situación, advirtió que muchos restaurantes podrían dejar de operar si no se toman medidas urgentes en favor del sector.

“Cada día son varias las empresas del rubro que cierran, ya sea por quiebra o por cambio de giro, pues sus situaciones financieras no les permiten sobrevivir a esta crisis. El cierre de sus operaciones se traduce en decenas de miles de trabajadores que perderán sus empleos”, manifestó.

Se elevan costos

Pese a destacar lo positivo del reinicio de las actividades de este sector, como parte de la fase tres de la reactivación económica, Penny sostuvo que las condiciones para dicha apertura han limitado la buena salud financiera de las empresas del rubro, puesto que adecuarse a los protocolos de bioseguridad sanitaria representa un alto costo.

“No es fácil pues cada local deberá evaluar su implementación en función de sus áreas, especialidades y localizaciones. Es casi un nuevo modelo de negocio y muchos tendrán que aplicar su creatividad para asegurar una cierta rentabilidad o asegurar el punto de equilibrio para mantenerse en carrera hasta que vengan tiempos mejores”, comentó.

Otro tema complicado es la poca disponibilidad y alto precio de los equipos de protección personal necesarios para implementar los protocolos y el “Plan para la vigilancia, prevención y control del COVID-19 en el trabajo”.

Cabe precisar que a partir de julio, los comensales deberán cumplir con tres medidas: uso de mascarillas, respetar el distanciamiento social y el lavado de manos. Además, deberán pasar por un control de temperatura y la desinfección del calzado al ingresar a los locales.

Por último, Penny opinó que la reapertura de los restaurantes se debe realizar en las zonas del país con menor índice de contagio de la COVID-19 y, por el contrario, se debería restringir en las zonas con mayor incidencia del virus.

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