Si La Pampilla no es un buen negocio. ¿Cuál sería el interés del Estado?Repsol decide poner en venta sus activos en Perú para compensar lo que había ocurrido en Argentina. En ese contexto, hubo la manifestación de que habían empresas de Chile con interés de comprar La Pampilla, que está en pleno corazón de Lima. También eran momentos en que se estaba viendo el tema marítimo en La Haya. Un sentido de prudencia dictaba que no sería preferible que eso ocurra. Entonces, surgió la posibilidad de Petroperú.
¿Y si hubiéramos tenido otro contexto?No tendría sentido, porque no es por el lado económico. Dentro del paquete de activos de Repsol, la parte que yo veo interesante son los grifos.
¿Esto explicaría el supuesto desplante del Ejecutivo al directorio de Petroperú en esta decisión?Indicaría un tema de descoordinación. Y la otra es que se había hablado de fortalecer a Petroperú y eso yo lo entiendo principalmente como fortalecerla como institución y empresa, más no como ente político. Y aquí lo que estaríamos viendo es una imagen totalmente distinta: es una empresa cuyo directorio no es tomado en cuenta, si es que la noticia se confirma. En otras palabras, la Junta de Accionistas (integrada por el MEM y el MEF) le impone decisiones que de repente no son técnicas.
¿Cuál sería una alternativa?Petroperú conversó con empresas privadas peruanas, porque ellas se acercaron. La combinación es excelente, porque ellas no tienen experiencia en la operación de una refinería y no podrían entrar porque les faltaría un operador. Petroperú le puede alquilar esos servicios a un precio razonable. Esto le permite a la empresa privada comprar y controlar la empresa.