(Bloomberg) Al igual que muchos divorcios, la separación del Reino Unido de Europa corre el riesgo de quedar empantanada por culpa del dinero.

Mientras que el Reino Unido quiere centrarse directamente en la construcción de una identidad post-Unión Europea, para la UE el primer punto de la orden del día serán los 60,000 millones de euros (US$ 64,000 millones) que, según el bloque, el Reino Unido le debe.

La primera ministra Theresa May planea poner formalmente en marcha el Brexit a fin de marzo, y se prevé que el Parlamento sancionará las leyes pertinentes en las próximas semanas. Las negociaciones comenzarán poco después. Es entonces cuando May probablemente reciba la factura definitiva de la UE.

Un importante negociador del Brexit para la UE me dijo la semana pasada que la UE se verá obligada a exigir al Reino Unido que cumpla con sus compromisos financieros; de lo contrario su propia credibilidad se vería afectada.

Es más, la UE reclamará un rápido reconocimiento de May de que está dispuesta a pagar la factura de salida antes de que avancen las conversaciones, señaló el negociador.

La UE dice que el Reino Unido debe dinero por deudas de pensiones de la administración pública, proyectos ya en marcha, garantías de préstamos y otros compromisos impagos.

Si bien 60,000 millones de euros es un cálculo máximo, hasta la cifra más baja que he oído mencionar por cualquier funcionario de la UE llega a 40,000 millones de euros: aproximadamente el mismo monto del gasto total anual del gobierno central del Reino Unido en educación.

Esa demanda de dinero de la UE seguramente llevará a una conversación incómoda. Un elemento de propaganda que usó el bando favorable a la salida de la UE durante la campaña del referéndum fue la afirmación de que los aportes del Reino Unido a la UE podrían destinarse en cambio al Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés).

"Enviamos a la UE 350 millones de libras por semana", fue el eslogan que lucía en el costado un ómnibus de campaña. "Financiemos en cambio a nuestro NHS".

Esa promesa implícita de más dinero para el servicio de salud se abandonó rápidamente una vez terminado el referéndum. Esa pretensión fue siempre absurda; no tomaba en cuenta que el Reino Unido recibe una rebaja, que se aplica directamente (o de hecho cualquiera de otra serie de pagos de la UE que se interrumpirían).

Sin embargo, los partidarios del Brexit probablemente armen un escándalo ante la perspectiva de entregar dinero para dejar el bloque. John Redwood, miembro conservador del Parlamento, dijo esta semana que todo lo que se dice sobre que el Reino Unido pagará para dejar la UE es "puro disparate".

Esto es lo que escribió en su sitio web personal:

No hay facultades en los Tratados de la UE para imponer otro gravamen excepcional a un estado en el momento de salir de la UE. Ni hay facultad alguna en el Tratado para exigir una contribución presupuestaria después de la partida. Esto es sensato, dado que naturalmente, una vez que un estado parte, deja atrás la autoridad judicial de la UE que sería el medio de hacer cumplir cualquier pago de este tipo. El Artículo 50 es claro. Una vez que el estado parte, no tiene más derechos ni beneficios ni tampoco deberes y obligaciones.

La factura por la partida no es el único obstáculo que las tratativas tendrán que salvar. El Reino Unido seguirá siendo miembro de la UE durante los dos años reservados para la negociación de su partida, de modo que en teoría puede participar en fijar las normas y regulaciones que se aplicarán a los restantes estados miembros después de la partida del Reino Unido. Eso supuestamente le da al país una ventaja injusta.

También está el deseo del Reino Unido de trabajar ahora con vistas a acuerdos comerciales con países que nos son miembros de la UE. Es un enfoque razonable para crear un entorno mercantil post-Brexit y uno que la UE probablemente apoye.

Pero requerirá cierto pulido de las normas existentes –lo que necesita acuerdo de los socios europeos del Reino Unido- que prohíben a los miembros de la UE firmar acuerdos por cuenta propia.

En este momento, el discurso es duro. La amenaza británica de convertir al país en un paraíso fiscal eliminando el impuesto a las empresas irritó a los funcionarios de la UE, incluido el ministro de Finanzas de Holanda Jeroen Dijsselbloem.

Como represalia, los negociadores de la UE están pensando en incorporar "a un acuerdo futuro con el Reino Unido una cláusula que declararía nulos todos los emprendimientos si Londres se alejara de manera significativa de su actual modelo económico y social", informó el viernes el servicio de noticias MLex con sede en Bruselas.

Esto es un recordatorio de que el Reino Unido no negocia en el vacío; cada uno de los restantes 27 miembros de la UE tiene su propia agenda, y algunos de sus objetivos entrarán en conflicto con los deseos británicos.

"Los partidarios de una línea dura son más numerosos de lo que parece", le dijo Mario Giro, viceministro de Relaciones Exteriores de Italia, al diario The Guardian en una entrevista publicada el lunes. "Esto será una guerra económica. Digamos, una guerra fría económica, y no estamos a favor de ella".

Si la UE insiste en que May pague por salir del bloque y May se niega, las conversaciones podrían terminar antes de empezar. May dijo este mes que está "segura de que no hacer ningún trato es mejor para el Reino Unido que un mal trato para el Reino Unido". Pero lo mismo podría valer para el resto de la UE.

Y, si bien es difícil prever cómo sería exactamente "no hacer ningún trato", es claro que llegar a un punto muerto no beneficiaría a ninguna de las partes del divorcio.

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