La Balanza en Cuenta Corriente recoge todas las transacciones —distintas de aquellas que comprenden recursos financieros— que involucran valores económicos y tienen lugar entre residentes de una economía y el resto del mundo. De manera específica, registra la suma de la Balanza Comercial (exportaciones menos importaciones de bienes), la Balanza de Servicios (ingresos menos pagos por servicios), la Renta de Factores (ingresos menos egresos de dividendos y utilidades) y las Transferencias Corrientes (remesas de personas que se hacen o reciben del exterior).
Si la Balanza en Cuenta Corriente es superavitaria, significa que están entrando más dólares al país que los que salen. Si la balanza es deficitaria, significa que salen más dólares del país de los que se quedan.
Históricamente, un mayor nivel de los términos de intercambio está asociado con una mayor balanza de cuenta corriente. Por ejemplo, entre los años 2004 y 2007, en los que se registró un alto nivel de términos de intercambio, la balanza en cuenta corriente se ubicó en terreno positivo y en niveles históricamente elevados.
Desde el tercer trimestre del 2020, el BCR registra una vigorosa recuperación de las exportaciones y el superávit de la Balanza Comercial. De hecho, los términos de intercambio se ubican en su nivel más alto desde 1974. Sin embargo, la balanza en cuenta corriente se ubica en terreno negativo.
¿Por qué si tenemos un boom de precios internacionales la balanza en cuenta corriente se ubica en terreno negativo? “La principal razón se explica por una salida al exterior de dividendos y utilidades mayor a la de años anteriores que, a diferencia de años pasados, una parte se reinvertía. El resultado neto de este envío se registra en la cuenta de Renta de Factores (ingresos menos egresos de dividendos y utilidades)”, explica Luis Falen, head de Macroeconomía de Inteligo SAB. Explica que esto sería consecuencia de los altos niveles de incertidumbre que hay desde el terreno político, lo que se refleja en los bajos niveles de confianza empresarial.
Un factor adicional, agrega Falen, es la Balanza de Servicios (ingresos menos pagos por servicios), que incluye los ingresos de dólares provenientes del sector turismo y otros servicios. Si bien el turismo viene recuperándose, no lo hace al ritmo esperado dadas las recientes olas de contagios. Por ejemplo, la llegada de turistas internacionales a septiembre del año pasado aún estaba al 23% de su nivel precrisis y el gasto de los turistas internacionales ascendió a 1.6% del PBI total en el 2019, según Apoyo Consultoría.
Hacia adelante, el escenario será más complicado. “Por el lado internacional, la moderación del crecimiento mundial y los procesos de ajuste monetario ralentizarán la demanda externa y endurecerán las condiciones de financiamiento para las economías emergentes en los mercados globales. Además, las persistentes tensiones políticas, el deterioro de los niveles de confianza y la aplicación de políticas públicas de baja calidad pueden lastrar el dinamismo de la economía en el 2022″, considera Falen.