En la acuicultura y el sector forestal hay flexibilidad laboral y, a pesar de ello, hasta hace poco tuvieron poco dinamismo. (Foto: Difusión)
En la acuicultura y el sector forestal hay flexibilidad laboral y, a pesar de ello, hasta hace poco tuvieron poco dinamismo. (Foto: Difusión)

Por Piero Ghezzi

Hace unas semanas, el titular de este diario señalaba que los peruanos le ponían 08 al Gobierno en su política de

La decepción no debería ser una gran sorpresa. Casi todos los países tienen un problema similar al peruano: la incapacidad de generar “buen empleo”. En un artículo por publicarse, los profesores Dani Rodrik y Charles Sabel indican que la incapacidad de generar buen empleo es una característica actual tanto de países desarrollados como de no desarrollados.

Ello sería consecuencia principalmente de la combinación de cambios tecnológicos y la globalización. Se está exacerbando un dualismo productivo y tecnológico. Conviven un grupo de empresas modernas de alta (y creciente) productividad, con un grupo grande rural/informal con productividad baja (o medio baja).

Ello tiene tremendas implicancias en términos de desigualdad, pérdida de confianza en la clase dirigente y populismo. Dejadas a que funcionen libremente, la globalización y las nuevas tecnologías solo acentuarán estas tendencias. En palabras de los profesores, hay una falla masiva de mercado.

La repuesta estándar, las así llamadas políticas neoliberales, ha mostrado evidentes limitaciones para revertir esta dualidad. Pero la respuesta no estándar, el neoestructuralismo que sugería la industrialización de las economías para desarrollarse, también. Lo inadecuado de ambas visiones es tan claro, que sus proponentes originales (las multilaterales para la primera y el propio profesor Rodrik para la segunda) las han básicamente abandonado. Pero no hay una clara visión alternativa.

Por ello, llama la atención escuchar sistemáticamente que lo más importante para solucionar nuestros problemas de empleo y crecimiento es una combinación de reforma laboral y destrabar proyectos mineros. Ojalá fuese así de fácil. Es innegable que quienes no creen en el papel central de la minería en el no entienden de desarrollo económico.

Asimismo, que la rigidez del mercado laboral formal en un país con 75% de informalidad laboral es casi una broma de mal gusto. Pero también que destrabar proyectos mineros y la reforma laboral son solo una parte de la historia.

Comencemos con lo laboral. La falta de buen empleo es mundial, en países con regímenes laborales muy diversos. Por ello es improbable que resolvamos buena parte de nuestra incapacidad de generar buen empleo solo con una reforma laboral. Es indudable que la flexibilidad laboral ha jugado un papel crucial en el éxito agroexportador, pero también que en este sector se han impulsado otras medidas claves (el Senasa, proyectos de irrigación, etcétera).

En la y el sector forestal hay flexibilidad laboral y, a pesar de ello, hasta hace poco, tuvieron poco dinamismo. Faltaban otras intervenciones públicas complementarias que los pongan en valor.

Con respecto a los proyectos mineros, no es solo falta de voluntad. Las poblaciones de sus zonas de influencia tienen necesidades insatisfechas. Ello y la falta de actividades productivas alternativas generan un campo de cultivo propicio para la protesta. Los problemas de la minería reflejan los costos un Estado ausente. A veces, un Estado ausente “traba” más que uno burocrático. Lo cual nos lleva al siguiente punto.

No hay recetas universales ni fáciles de implementar para generar buen empleo. Una visión alternativa (al neoliberalismo y al neoestructuralismo) implica encontrar políticas públicas que aumenten directamente tanto la demanda por trabajadores como la oferta de trabajadores calificados. Y ello implica pensar en soluciones específicas para generar empleo, región por región.

Pensemos en Tumbes. ¿Cuáles son los cuellos de botella que limitan el crecimiento de la acuicultura de langostinos? Si una respuesta es la distribución de electricidad, ¿qué puede hacer el Estado para mejorarla? Si es la falta de personal capacitado, ¿cómo ligar mejor a los institutos técnicos y/o universidades con las empresas? Además, ¿qué otros sectores tienen potencial en la región? ¿Y qué puede hacer el Estado para ayudarlos?

O pensando en el , ¿qué necesitamos hacer para que Choquequirao, que recibe solo 5,000 turistas anuales a pesar de su espectacular belleza, pase a recibir 500,000? Seguramente hará falta un teleférico que reduzca el tiempo de viaje tanto de San Ignacio (en Apurímac) o de Maizal (en Cusco). ¿Qué otra infraestructura pública (particularmente caminos) se necesita? Mucho lo tiene que hacer el Estado. Ya tenemos el ejemplo de Kuélap. Y así podríamos continuar. 

Necesitamos generar procesos que permitan obtener las repuestas a estas y otras preguntas que son muy específicas a la región o al problema/contexto local. La solución a veces requerirá extensionismo.

Otras, infraestructura, un fondo o normativa nacional. Las recetas estándares, como reforma laboral y destrabar minería, son atractivas porque aparentan ser fáciles de implementar. Pero no vamos a avanzar mucho si a la vez el Gobierno nacional no trabaja con los subnacionales en lo micro, y en coordinación con los sectores privados y académicos. No es fácil.

Se requiere un Estado que, poniéndose a implementar, construya capacidades a nivel regional. Pero por lo menos ofrece un camino realista. No podemos no intentar.

No vamos a avanzar mucho si a la vez el Gobierno nacional no trabaja con los subnacionales en lo micro, y en coordinación con los sectores privados y académicos.