Perú se ubicó en el puesto 35 en el Índice Global del Hambre 2019 que evaluó a 117 países a nivel mundial, y con una puntuación de 8.8 registra un nivel bajo en el riesgo de sufrir hambre.
El ranking sobre el hambre en el mundo es elaborado anualmente por la plataforma europea de ONG Alliance 2015 y toma en cuenta tres indicadores: mortalidad infantil, desnutrición infantil e inadecuado suministro de alimentos.
En ese sentido, en una escala de riesgo donde menos que 9.9 es bajo y más que 50.0 es extremadamente alarmante, Perú se ubicó en 8.8.
Con este último resultado se observa una tendencia en la reducción del riesgo de sufrir hambre en los últimos 19 años, puesto que en el año 2000 la puntuación de Perú fue de 20.9.
Si se compara con otros países de la región, Perú se ubica por debajo de Colombia (Puesto 27), México (23), Argentina (19) y Chile (4).
Sin avances desde el 2015
Según la ONG Alliance 2015, a pesar de la reducción del hambre que se había conseguido desde el año 2000, la situación se ha estacando desde el año 2015 y a la fecha el número de personas que no comen lo suficiente es mayor que hace cuatro años, pasando de 785 millones a 882 millones.
Agrega que las zonas más afectadas por el hambre se encuentran en el Asia meridional y el África subsahariana, pero se estima que hasta 45 países no alcanzarán niveles aceptables de nutrición para el año 2030.
Así, se observa que entre los países con situaciones alarmantes se encuentran Chad, Madagascar, Yemen y Zambia, siendo la República Centroafricana el único lugar del estudio con una situación de extrema emergencia.
También indica que Burundi, la República Democrática del Congo, Sudán del Sur y Siria han quedado fuera del Índice por la dificultad de verificar sus datos, pero el informe los incluye como zonas de alta preocupación.
Por su parte, el informe del Índice Global del Hambre, concluye que adaptarse al cambio es imprescindible para alimentar a la población en el mundo.
Agrega que las cosechas y el ganado son cada vez más vulnerables a las sequías, las inundaciones, las tormentas y los fenómenos meteorológicos extremos, por lo que se ha vuelto necesario encontrar modos de combatir las catástrofes para garantizar que los países puedan producir alimentos para nutrir a su población.