Cada año el Perú pierde US$ 6,700 millones (USMP, 2013) y un poco de sensatez. Cada año se pierde el 3.7% del PBI porque a algún individuo se le ocurrió golpear, insultar, violentar a una mujer. A una de los 7 millones de mujeres que integran el 44% de la Población Económicamente Activa (INEI, 2015).

Pero, ¿cómo un asunto que algunos consideran "privado" puede generar tanta pérdida? Un estudio (2013) de la (USMP) y la Cooperación alemana (GIZ), parte del programa ComVoMujer, tiene la respuesta.

Cuando una mujer es atacada no solo sufre física o psicológicamente, la violencia económica también es parte de este problema. Desde el acceso a hasta una evidente falta de productividad en su trabajo son consecuencias de la .

Las mujeres violentadas no suelen desempeñarse de la misma forma en sus labores. Inés Santi, investigadora principal del estudio de la USMP, conversó con Gestión sobre el tema y considera dos graves efectos del abuso: el presentismo y ausentismo.

El presentismo no es más que la baja productividad de la mujer cuando tiene la cabeza fuera del trabajo. Y es que, la violencia no termina en un insulto o golpe, las víctimas arrastran las consecuencias hasta su centro de labores.

Desde la falta de concentración y las lesiones que dificultan su trabajo, hasta la preocupación que genera en sus compañeros, el presentismo ocasiona pérdidas anuales de US$ 2,905 millones.

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El ausentismo, por otro lado, es la inasistencia femenina a su trabajo por haber sido violentada. La incapacidad de la mujer de poder trabajar por ocasiona US$ 1168 millones de pérdidas al año.

Santi asegura que, en total, son US$ 6,700 millones de dólares perdidos cada año por . El equivalente al 3.7% del Producto Bruto Interno peruano. Afectando, desde la estabilidad empresarial hasta el desempeño escolar de los niños.

Falso empoderamientoEl 70% de la fuerza laboral femenina se encuentra en el sector de las mypes. "Las microempresas son el motor de la economía", dice Santi. Sin embargo, el 71.2% de mujeres dueñas de una mype es víctima de violencia.

Las pérdidas de las microempresas ascienden a US$ 2,417 millones al año o el 1.2% del PBI, De los cuales el 90% corresponde al costo-oportunidad, como evidencia el segundo estudio de la y la GIZ (2015).

Pero, ¿por qué una mujer que es dueña de su empresa sufre más violencia que una trabajadora de una compañía mediana o grande (23.4%)?

Parte de la razón recae en la informalidad, pero un gran motivo tiene relación con los microcréditos otorgados a las empresarias.

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El microcrédito agiogénico, como denomina Santi, estimula la violencia económica al no tomar en cuenta asuntos de género en su emisión. Es decir, el préstamo no suele estar dirigido al negocio, y el hombre puede hacer uso de este.

Como resultado, las mujeres violentadas tienen 5.6 veces más rechazos de créditos, ya que la naturaleza del crédito le quita autoridad a la mujer. Por otro lado, las víctimas presentan 2.9 veces más retrasos en sus pagos por motivos de salud o emergencias.

El consejo de InésSe puede luchar, sin embargo, contra la violencia económica. Inés Santi considera crucial que parte de los recursos del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables debería ser canalizado hacia la capacitación y asesoramiento a las empresas en materia de género.

Una correcta capacitación en el proceso de financiamiento a las mujeres (de inicio a fin) serviría efectivamente como método de prevención de , asegura Santi.

Y es que el 12.2% de mujeres peruanas ha sido víctima de violencia por parte de su pareja (INEI, 2015). Violencia que suena a una caricatura de hace 200 años y que genera terribles consecuencias para el Perú Hoy, la prioridad es encontrar la tranquilidad e independencia de todas las mujeres peruanas… Ni una menos.