Redacción Gestión

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CHINA (Reuters).- La empresa de confección de vestuario de Chen Lifeng sobrevivió a la crisis financiera global, pero podría ser víctima de la leve desaceleración que afecta a China actualmente y que el gigante asiático considera necesaria para garantizar su crecimiento a futuro.

La empresa de Chen, Ningbo Tengsheng Garments Co., está combatiendo con decrecientes ventas al exterior, rápidos aumentos salariales y un alza de costos de las materias primas que erosionan márgenes de ganancia ya escasos.

"La situación es peor que en 2008-2009. Los nuevos pedidos están cayendo, pero los salarios están aumentando. A muchas firmas les está yendo aún peor y algunas declararon la bancarrota", dijo Chen, de 31 años, cuya fábrica en la provincia oriental de Zhejiang produce de 4 a 5 millones de dólares en vestidos por año.

"Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo, pero francamente no sé cuánto tiempo podremos mantener nuestro negocio", reconoció Chen, señalando las máquinas de coser vacías en el piso donde está la fábrica, que opera a un tercio de su capacidad.

Compañías como la de Chen pueden desaparecer si no evolucionan para adaptarse a la nueva fase de crecimiento chino. Pekín está cumpliendo con su vieja promesa de reorientar su economía hacia el mercado interno en vez de seguir dependiendo de las exportaciones.

Eso implicará aceptar un principio básico y doloroso del capitalismo: la destrucción creativa.

Las compañías que no se adapten fracasarán.

Pekín parece dispuesto a aceptar eso. La economía china creció a su ritmo más lento en casi tres años y medio en el primer trimestre del 2012, según datos oficiales dados a conocer el viernes, en la última etapa de la crisis financiera mundial.

A diferencia de 2009, cuando se embarcó en un gasto gubernamental masivo para apuntalar el crecimiento, China ha hecho poco por evitar que la economía se desacelere e incluso adoptó una meta menor de expansión, reconociendo que las tres décadas de PIB anual promedio del 10 por ciento llegaron a su fin.

Ningbo prosperó bajo el viejo modelo de crecimiento, basado en una exportación de bienes impulsada por un suministro aparentemente infinito de trabajadores poco calificados y mal pagados. Pero la ciudad ha invertido mucho para construir una zona de alta tecnología.

En el centro de la urbe, lejos del cinturón industrial, los centros comerciales colmados de consumidores sedientos de las marcas de moda son una imagen de lo que busca Pekín: una economía impulsada por el comercio.