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La FIFA parece estar a punto de crear un oligopolio que podría destruir el fútbol de clubes en todo el mundo. Gianni Infantino busca crear una nueva competencia que lleve a los mejores clubes del mundo a competir por un premio de US$ 1,900 millones.

Se corre el riesgo de exacerbar la brecha de riqueza entre los clubes más grandes y más pequeños del mundo. No está claro cómo se estructurará completamente la liga, pero Financial Times ha informado que consistirá en 24 equipos de clubes que competirán en un torneo cada cuatro años.

No hay certeza de que el plan se materialice. Pero si así fuera, daría a los clubes más ricos la oportunidad de enriquecerse aún más, otorgándoles más poder financiero para obtener a los mejores jugadores del mundo y clasificarse para los premios más importantes

Nuevo cambio

Bajo el nuevo plan de Infantino, los 24 equipos del mundo que competirían recibirían algún ingreso extra, mientras que los equipos que se estanquen en las ligas locales no. Los 24 también se beneficiarían de una mayor exposición global, permitiéndoles asegurar patrocinio adicional, etcétera.

Podría ser aún peor para las ligas no europeas. Las competencias fuera de la región, incluidas las continentales, son menos lucrativas. El puñado de equipos que califiquen para el campeonato de Infantino se beneficiaría significativamente del ingreso ampliamente expandido, que se traduciría en un dominio sustancial en casa.

La lógica desde el lado de la FIFA es clara. La organización obtiene un importante pago una vez cada cuatro años de la Copa del Mundo por lo que el calendario de este nuevo torneo podría equilibrar esos altibajos excesivos.

¿Pero a qué precio? El plan actual no solo podría crear un desequilibrio adicional en el juego de clubes, también permitirá a compañías privadas tomar una participación del 49% en la nueva empresa, según el FT.

La FIFA es, al menos aparentemente, una organización sin ánimo de lucro. Eso está muy bien si uno está de acuerdo con la premisa del torneo, pero teniendo en cuenta su efecto, el factor añadido de entregar tanto poder a los inversores privados cuya principal motivación son las ganancias y no el bien del juego es preocupante.

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