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¿ de América manipula la moneda?

Es una calificación que con más frecuencia se aplica a las economías exportadoras en desarrollo y que el presidente Donald Trump utilizó esta semana para intimidar a China y Europa en su guerra comercial cada vez más encarnizada.

No obstante, por disparatado que parezca, algunos observadores de Wall Street dicen que no se puede desestimar la posibilidad de que el propio Trump lance una campaña sostenida para debilitar el dólar como forma de reducir el déficit comercial estadounidense.

“El debate por el comercio incluirá cada vez más temas cambiarios”, dijo Charles Dallara, exfuncionario del Tesoro estadounidense y uno de los artífices del Acuerdo Plaza, el trascendental convenio firmado en 1985 entre EE.UU. y otros cuatro países para depreciar conjuntamente el dólar. “Es inevitable”.

Naturalmente, Dallara no empleó específicamente la palabra manipulación. Hay una especie de renuencia entre los analistas a asociar a EE.UU., adalid de los principios de libre mercado, con ese término. Prefieren hablar de intervención cambiaria.

Más allá de la semántica, el pasar a una política más proteccionista e intervencionista, estilo 1985, no sólo tendría repercusiones en el mercado cambiario que mueve US$ 5.1 billones diarios y debilitaría el estatus del dólar como moneda de reserva mundial, sino que también podría atenuar la demanda de activos estadounidenses.

Desde que bajó hacia un mínimo de tres años en abril, el dólar se apreció casi 6%, según el Índice Bloomberg Dollar Spot. El avance del trimestre pasado fue el más contundente desde el 2016, en tanto se apreció contra las 16 principales monedas. El dólar también está un 11% por arriba de su promedio durante el período de 13 años que abarca el índice del dólar.

La política del dólar fuerte ha sido una piedra angular para sucesivos gobiernos estadounidenses. El país también fue un adherente clave al pacto de julio del Grupo de los 20 conforme al cual las economías “nos abstendremos de devaluaciones competitivas de divisas y no recurriremos a nuestro tipo de cambio con fines competitivos”.

Pero como sucede con muchas otras cosas, Trump ha mostrado una propensión a cambiar drásticamente el statu quo. Desde que asumió la presidencia en el 2017, ha reiterado habitualmente que quería un dólar más débil para sostener la industria estadounidense. Puede afirmarse que su administración ha sido, en el mejor de los casos, tibia con respecto a la postura tradicional de EE.UU. de un dólar fuerte.

Luego de una andanada de tuits en los que Trump deploró que el dólar esté reduciendo la “ventaja competitiva” de EE.UU, Michael Feroli, economista jefe para EE.UU de JPMorgan Chase, escribió en un informe este mes que no puede descartar la posibilidad de que el gobierno intervenga en los mercados cambiarios para debilitar el dólar. Tanto Deutsche Bank como OppenheimerFunds reiteraron esta opinión, diciendo que la intervención en el dólar ya no es algo disparatado.

“No ha habido un esfuerzo deliberado por debilitar el dólar estadounidense probablemente desde el Acuerdo Plaza de 1985. Por eso es muy inusual y va en contra de la práctica durante los últimos decenios”, dijo Zach Pandl, codirector de estrategia cambiara global de Goldman Sachs.

“Una política deliberada para buscar una moneda más débil podría llevar a los inversores extranjeros a alejarse de los activos estadounidenses -incluidos los bonos del Tesoro de EE.UU.- elevando los costos de los intereses para los deudores locales”.

Ya hay algunos indicios de que la presión persistente de Trump respecto del dólar podría estar teniendo un efecto adverso sobre la demanda extranjera de activos estadounidenses. Si bien la demanda total en venta subió y bajó este año, las tenencias extranjeras de bonos del Tesoro estadounidense cayeron hasta casi un mínimo de 15 años del 41%.

China, el mayor acreedor extranjero, retrocedió este año. Japón, el segundo, ha reducido su cuota hasta el nivel más bajo desde el año 2000 por lo menos.