Redacción Gestión

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(Bloomberg).- Un auge de los implicará la caída de las tasas de interés.

Esa fue la opinión de los delegados a la reunión anual del Foro Económico Mundial –WEF por la sigla en inglés- realizado en Davos, Suiza, en momentos en que las revoluciones en automatización e inteligencia artificial reformulan el funcionamiento de las economías.

La argumentación es la siguiente: a medida que las máquinas avancen, muchos trabajadores perderán sus empleos y otros verán reducirse su salario. La nueva tecnología también aumentará las probabilidades de un fuerte incremento de la productividad al estilo de los años 90.

Esas fuerzas se combinarán para limitar los precios en la economía mundial, lo que significa que la era de baja inflación que ahora preocupa a los banqueros centrales podría no ser más que un indicio de lo que pasará en el futuro.

"El progreso tecnológico limitará las posibilidades de aumento de la inflación", dijo en Davos Axel Weber, presidente de UBS Group AG y ex presidente del Bundesbank alemán.

El temor es que la llamada cuarta revolución industrial afecte a un porcentaje cada vez mayor de la fuerza de trabajo mediante la generación de desempleo y una mayor presión sobre los salarios –y, por lo tanto el consumo-, en especial en el caso de los empleados no calificados.

El foro calculó que una mayor automatización significará la pérdida de más de 5 millones de empleos para 2020 en 15 grandes economías desarrolladas y emergentes. La perspectiva ya inquieta a los votantes de todo el mundo, altera la política y genera apoyo a populistas desde Marine Le Pen hasta Donald Trump.

"El primer efecto es el de salarios más bajos para quienes se verán reemplazados", dijo Adam Posen, un ex funcionario del Banco de Inglaterra que en la actualidad dirige el Instituto Peterson de Economía Internacional en Washington. "Eso se modificaría con el tiempo, pero el impacto inicial es deflacionario".

Al hacer más eficiente la fuerza laboral restante, los optimistas apuestan a un auge de la productividad similar al del momento en que la era de Internet contribuyó a un incremento de 3.5% de la productividad en los Estados Unidos entre 1996 y 2003, lo que permitió a los banqueros centrales mantener las tasas más bajas. Bank of America Corp. calcula que la adopción de robots y de inteligencia artificial podría elevar un 30% la productividad en muchas industrias.

"El resultado es baja inflación", dijo Laura Tyson, ex asesora económica del presidente Bill Clinton y en la actualidad profesora de la Escuela de Negocios Haas de la Universidad de California, Berkeley.

Otro problema para los optimistas es el impacto en la política, dado que una reformulación del mundo podría generar discordia entre los votantes y la política.

"Va a ser un cambio drástico", dijo Johan Dennelind, máximo responsable ejecutivo de TeliaSonera AB, una operadora de telecomunicaciones sueca. "Podría ser muy doloroso. Tenemos que admitir que lo será y usar el sentido común para prepararnos".

Los banqueros centrales ya se preparan para el desafío. Andrew Haldane, el economista jefe del Banco de Inglaterra, estimó en noviembre que la automatización podría costar 15 millones de empleos británicos.

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