mercados emergentes
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Los inversionistas están preocupados nuevamente por los mercados emergentes y tienen al menos una buena razón: las empresas están más endeudadas de lo que estaban antes del último gran colapso de hace un par de décadas.

Mucho ha cambiado desde fines de la década de 1990, cuando un período de crecimiento impulsado por el crédito terminó en una ola de impagos y devaluaciones que se extendieron desde Asia a través de Rusia llegando hasta América Latina.

Los Gobiernos han acumulado grandes reservas para defenderse de los ataques a sus monedas y no están tratando de apuntalar tipos de cambio fijos como hicieron en ese entonces.

Pero una lección parece haberse desvanecido: los peligros de la deuda. Después de un largo período de relativa cautela, las compañías están pidiendo prestado más dinero por cada dólar de capital de los accionistas que en cualquier momento en la década de 1990.

Aquí, por ejemplo, está el promedio ponderado de la relación deuda/capital de las 845 compañías que componen el índice MSCI de Mercados Emergentes:Y esta es la misma medición para los índices MSCI enfocados en países específicos de mercados emergentes, para 1997 y 2017:

Tal apalancamiento deja a las empresas vulnerables en un momento en que el alza de las tasas de interés aumenta el costo del servicio de la deuda, como señaló recientemente la economista de Harvard Carmen Reinhart.

Peor aún, muchas de las obligaciones están denominadas en dólares, lo que las hace más difíciles de pagar cuando las monedas de mercados emergentes se deprecian, como lo han estado haciendo en las últimas semanas.

Cierto, el apalancamiento corporativo en Brasil y Turquía -los dos líderes- todavía no es tan extremo como lo fue en Tailandia e Indonesia en la década de 1990. Además, un crecimiento económico robusto puede hacer que la deuda sea soportable. China, por ejemplo, ha mostrado signos de un reequilibrio largamente esperado hacia una expansión liderada por los consumidores.

No obstante, la carga hará que las empresas dependan mucho más de que las cosas salgan bien y que sea mucho menos probable que sobrevivan si llegan a salir mal.

Por Mark Whitehouse

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.