Bloomberg.- Ningún bien básico importante tuvo un peor 2016 que el uranio. De hecho, el elemento empleado para fabricar combustible nuclear ha tenido una década bastante deprimente.

Los precios cayeron un 41% el año pasado, alcanzando un mínimo de 12 años de menos de US$18 la libra en noviembre, según Ux Consulting Co., que compila datos de mercado.

El descenso fue el séptimo en nueve años. El aumento de la energía nuclear se ha desacelerado a medida que las empresas eléctricas comienzan a usar gas natural más barato para las nuevas generadoras. Además, después del desastre de Fukushima en 2011, las preocupaciones por la seguridad llevaron a grandes compradores como Japón y Alemania a cerrar o desactivar reactores.

"Es el mejor activo del mundo en el peor mercado del mundo", dijo Leigh Curyer, máximo ejecutivo de NexGen Energy Ltd., productor de uranio con sede en Vancouver. "No creo que haya una mina rentable a los actuales precios al contado. Este precio al contado de corto plazo no refleja el costo de producir una libra a nivel mundial".

El panorama a no es del todo. Las pérdidas están obligando a las minas de uranio a reducir la producción o cerrar, lo que con el tiempo podría crear un déficit de oferta, mientras que la construcción acelerada de centrales nucleares en China e India podría ayudar a reactivar la demanda. Pero podría tardar un tiempo que esos acontecimientos se asienten, según un informe del mes pasado de Morgan Stanley, que dijo que no puede identificar ningún impulsor de mediano o largo plazo para los precios.

El uranio extendió su desvanecimiento del año pasado incluso mientras la mayoría de las demás materias primas se recuperaban. El índice Bloomberg Commodity de 22 productos registró su mayor alza anual desde 2010, con un avance de 11%. Los futuros del gas natural repuntaron de un mínimo de 17 años en marzo para subir 59% el año pasado, mientras que el zinc, el petróleo y el azúcar se incrementaron más de 20%.

El terremoto y tsunami de 2011 que dañó la estación eléctrica de Fukushima Daiichi propiedad de Tokyo Electric Power Co. puso de rodillas al mercado del uranio. Japón, que es el mayor productor asiático de energía nuclear, cerró todas sus plantas nucleares para realizar revisiones de seguridad y la resistencia local hizo que las reactivaciones avanzaran a paso de tortuga. El desastre también obligó a un replanteamiento en otros países. Alemania desactivó reactores y está recurriendo a otros combustibles, incluidas fuentes de energías renovables más baratas que conforman una parte creciente del mercado de electricidad de Europa.

Caída libre en Japón

Japón tiene suficientes reservas para energizar sus reactores por al menos seis años, dijo Ux Consulting a principios de noviembre, empeorando así un superávit que ha seguido haciendo que los precios del uranio bajen. Solo 2 de los 42 reactores que pueden operar en Japón están en funcionamiento. Si bien las proyecciones de nuevas reinicios varían, BMI Research dijo en un informe el jueves que la oposición de la opinión pública a la energía nuclear podría dejar al país con solo 10 reactores operando para 2026.

Aunque los precios siguen en mínimos de varios años, habían subido al 31 de diciembre a US$20.25 la libra debido a que las firmas de electricidad compraron suministros baratos, según la consultora de Denver TradeTech.

El alza de los precios ayudó a impulsar a algunos productores de uranio como la firma canadiense Cameco Corp., cuyas acciones subieron más de 40 por ciento desde fines de octubre, pese a que el valor de la compañía sigue siendo casi la mitad de lo que era hace tres años.

Expansión nuclear

En el más largo plazo, hay algo de esperanza para el uranio. Hasta abril había más de 60 reactores construyéndose a nivel global, según la Asociación Nuclear Mundial.

China es el más ambicioso y planea impulsar su capacidad de energía nuclear en más de 70% para 2020, mientras que el gobierno de India quiere expandir su capacidad en 29% para 2019.

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