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La transición desde los mercados impulsados por la liquidez por activos de riesgo a aquellos influenciados mucho más por los indicadores fundamentales nunca fue fácil, ya que implicó cambios en los factores que influyen en el comportamiento de los inversionistas y los flujos del mercado.

Sin embargo, a pesar de las subidas inquietantes de este año en los movimientos del mercado de alta frecuencia y activo, la estrategia de inversión correcta es "examinar" la volatilidad.

Teniendo en cuenta los acontecimientos en los mercados durante los últimos años, este enfoque tiene dos implicaciones principales para los inversores a largo plazo: en la asignación de cartera, les exige tomar decisiones implícitas o explícitas sobre políticas macroeconómicas en , Europa y China; y, sobre exposiciones específicas, les exige tener una opinión sobre las principales tendencias emergentes.

Este año se ha caracterizado por el tipo de movimientos bursátiles que hace tiempo no se observaba. A modo de ejemplo, Bloomberg Markets informó la semana pasada que este año ya ha habido tres veces la cantidad de movimientos de 1% o más en el S&P 500 que en todo el 2017.

Este aumento en los movimientos de precios activos fue precedido en el 2017 por una combinación muy inusual de calma en el mercado, desempeño sólido y correlaciones de clases de activos favorables para las carteras de inversión convencionales. En conjunto, estas condiciones proporcionaron uno de los mejores años registrados para los inversores tradicionales, tanto sobre una base individual como ajustada al riesgo.

En este contexto, los inversores no deberían considerar la volatilidad de este año como un fenómeno extraño. Por el contrario, deberían considerarlo como una retribución por un período en el que un nivel de volatilidad más normalizado fue fuertemente reprimido por importantes flujos no comerciales, incluida la compra consistente de valores por parte de algunos grandes bancos centrales y empresas que disponen de mucha liquidez.

Esto permitió a los mercados eludir sostenidamente factores económicos, geopolíticos y políticos fluidos. Como resultado, las correcciones del mercado se volvieron menos frecuentes, menos graves y con mucho menor duración.

La baja volatilidad no es lo único que los inversores han tomado del futuro. También han tomado el crecimiento, y no solo a través del aumento de la deuda que ha permitido una gama de actividades económicas y corporativas adicionales.

El impacto resultante en los mercados se vio turboalimentado por el condicionamiento de los inversores para comprar aprovechando cada caída de precio y sirvió para desacoplar los precios de mercado más elevados de los indicadores fundamentales más lentos. Eso podría mantenerse siempre y cuando la supresión no comercial de la volatilidad se mantenga fuerte, tanto en la realidad como en las percepciones de los inversores.

Este delicado equilibrio se está redefiniendo en lo que ha transcurrido de este año. Pero en lugar de experimentar un deterioro significativo en los indicadores fundamentales que haga bajar los elevados precios de los activos, los mercados están navegando por una reducción en la potencia de los supresores de la volatilidad.

La comunidad de los , liderada por la Reserva Federal, continúa lentamente la transición del régimen de represión financiera que ha dominado su pensamiento y sus acciones desde la crisis financiera mundial.

A diferencia de otros episodios de volatilidad desde la crisis, el final de las compras de flexibilización cuantitativa por parte de la Reserva Federal, la reducción real y anticipada del balance por parte del Banco Central Europeo, junto con los aumentos de las tasas de la Fed no han sido acompañadas en lo que va de este año por palabras suaves de los miembros de los bancos centrales para contrarrestar los picos de volatilidad.

Los inversores deben analizar en detalle la volatilidad del mercado siempre y cuando no provoque dislocaciones técnicas importantes y dañe el funcionamiento del mercado. Pueden obtener consuelo de las interrupciones limitadas asociadas con el colapso este año en las operaciones de volatilidad corta y los precios de bitcoin, así como del aumento relativamente limitado en los diferenciales de crédito.
Todo lo cual plantea dudas sobre el posicionamiento a largo plazo de las carteras de inversión dada la transición en la volatilidad del mercado.

Desde una perspectiva de asignación de activos, esto implica una decisión sobre el éxito de otras dos transiciones de régimen que también están en curso: en la dinámica de crecimiento global y las interacciones de operaciones, y en el reequilibrio de la macropolítica en países de importancia sistémica.

Como he argumentado, la economía mundial necesita un liderazgo mucho más fuerte a favor del crecimiento después de beneficiarse de la afortunada coincidencia de cuatro impulsores de expansión económica en gran medida desconectados: políticas en EE.UU., sanación natural en Europa, un aterrizaje suave en China y recuperaciones después de crisis en Brasil (política), India (desmonetización) y Rusia (productos básicos).

Por ejemplo, EE.UU. debe apoyarse en eventos positivos al complementar las medidas recientes con un programa de infraestructura que mejore la productividad. Europa debería hacer más para implementar reformas estructurales, reequilibrar su matriz fiscal-monetaria y fortalecer la arquitectura económica y financiera regional.

Las evaluaciones de los inversionistas sobre la probabilidad de dichos cambios se refieren directamente a su opinión sobre cómo, dónde y cuándo se cerrará la brecha entre los precios de mercado y los indicadores fundamentales.

La convergencia ordenada de los fundamentales a los precios del mercado, de la misma manera validándolos, es el mejor resultado. Y esa no es la única gran decisión que enfrentan los inversionistas. Al considerar las asignaciones a sectores y valores específicos, también deben tomar una posición sobre lo que probablemente sea un puñado de fenómenos definitorios en los próximos años, por ejemplo, en tecnología, regulación, geopolítica y la alineación de la economía global.

Dejando de lado el riesgo geopolítico, mi evaluación de estos temas apunta a tres ideas principales que alimentan la evaluación de los inversores sobre cuánto riesgo deben asumir y dónde deben tomarlo.

  • Existe una probabilidad de 65/35 de navegar con éxito los tres principales cambios de régimen en los mercados, las políticas y el crecimiento. Estas probabilidades reflejan la visión de que la fase actual de aranceles de represalia de China y EE.UU. no es el preludio de una guerra comercial a gran escala, sino, en cambio, parte de un proceso de negociación hacia un comercio que es más justo y más libre.
  • Será difícil para las grandes compañías tecnológicas ("Big Tech") evitar alguna reacción negativa regulatoria. La revaloración continua del sector tendrá un efecto diferenciado, ya que los que se perciben ampliamente como proveedores amplios de datos personales (como Facebook) se ven potencialmente más afectados que aquellos que se cree que son proveedores indirectos (como Amazon y Netflix).
  • Con un número cada vez mayor de sectores que se ven afectados -específicamente por los avances acelerados en inteligencia artificial, macrodatos y movilidad-, el rendimiento relativo de las empresas en el universo empresarial más grande estará sustancialmente influenciado por lo bien que aprovechen el poder del aprendizaje automatizado, procesamiento de datos e interfaces de consumidores actualizadas.

Aquí está el lado positivo del actual episodio de mayor volatilidad para los inversores capaces y dispuestos a responder: los días de movimientos de mercado particularmente pronunciados, tanto hacia arriba como hacia abajo, tienden a asociarse con los grandes movimientos conjuntos en sectores y empresas individuales. Como tal, también brindan oportunidades atractivas para reposicionarse para aspectos a más largo plazo.

Por Mohamed El-Erian

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.