Bloomberg.- Los mercados mundiales de energía, desde el butano en Asia a la gasolina en América Latina y el diésel en Europa, están sintiendo las repercusiones de la mortífera tormenta de Texas, lo que pone de relieve la creciente importancia de Estados Unidos para la industria petrolera global.

Cuando se produjo el huracán Katrina en 2005, EE.UU. exportaba solo 800,000 barriles diarios, en su mayor parte de productos refinados.

Hoy envía al extranjero más de 6 millones de barriles diarios de crudo y combustibles, aumento que se vio impulsado por el auge de la producción de esquisto, el levantamiento de la prohibición de exportar crudo y la expansión de varias refinerías.

"Las implicancias mundiales de una temporada de muchas tormentas en el Golfo de México estadounidense se han incrementado conforme EE.UU. surgió como centro global de energía", dijo Ed Morse, director de investigación de materias primas de Citigroup Inc. en Nueva York.

El efecto de la tormenta tropical Harvey en los mercados petroleros abre una oportunidad casi sin precedentes para que los comercializadores ganen dinero, trasladando de un lado al otro en buques crudo y productos refinados.

Ya están reuniendo una armada de buques tanques para enviar gasolina europea a EE.UU. y América Latina, mientras que los países asiáticos compran ávidamente cargas de gases licuados de petróleo, sobre todo butano y propano, para reemplazar la pérdida de las exportaciones de Texas.

"La concentración y conectividad de la región energética más importante del mundo va a someter a prueba la seguridad energética mundial", dijo Jamie Webster, miembro del Centro de Políticas Energéticas Globales de la Universidad de Columbia.

Después que los huracanes Katrina y Rita azotaron a EE.UU. hace 12 años, la Agencia Internacional de la Energía liberó reservas de petróleo de emergencia.

Esta vez, no hay necesidad de liberar existencias ya que las reservas mundiales siguen siendo altas, según la AIE, aunque el organismo "está listo para actuar en la medida de lo necesario", anunció esta semana.

El sistema petrolero estadounidense sigue gravemente afectado después de que Harvey tocó tierra por segunda vez entre Texas y Luisiana el miércoles.

Las inundaciones y los cortes eléctricos han reducido la capacidad de elaboración de combustible de EE.UU. en alrededor de 4.25 millones de barriles diarios, la cuarta parte del total del país y equivalente a la capacidad de refinación de Francia y Alemania juntas.

La caída de la producción redujo el suministro al gran oleoducto Colonial, que lleva gasolina de Texas y Luisiana a la costa este de EE.UU. Su operador cerró la principal tubería de diésel a última hora del miércoles y planea detener su conexión de gasolina el jueves.

La medida hizo subir en EE.UU. los precios mayoristas de la gasolina por arriba de US$ 2 el galón (3.8 litros) por primera vez desde julio de 2015.

Al esforzarse para cubrir sus posiciones, los operadores hicieron que el diferencial entre el contrato de futuros más inmediato y las entregas posteriores sufriera un marcado aumento.

Mientras que los precios de los combustibles suben, los mercados de crudo caen. Como las refinerías de todo Texas están cerradas –incluso la planta estadounidense más grande-, la demanda de petróleo ha bajado, ejerciendo presión en los precios del West Texas Intermediate al Brent.

El WTI bajó 1.7% esta semana.