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Por Gonzalo Carranza

En el aeropuerto de Londres, Adolfo Heeren, el gerente general de , creía tener todo listo para tomar su vuelo a Boston. El ejecutivo no podía perder ni un minuto: se hallaba en pleno roadshow de la primera emisión de bonos internacionales de la empresa, recorriendo el mundo para convencer a los inversionistas de que apostaran por la compañía. Eran las horas claves de una operación que representaba US$ 320 millones de fondos para Cálidda. Y, de repente, alguien le dijo a Heeren que no podía subir al avión.

"Por el pasaporte con el que viajo, no necesito visa para entrar a EE. UU., pero sí un permiso que se tramita por internet y me había olvidado de renovarlo", recuerda Heeren un par de meses después en su oficina. La escena le parece divertida, pero en ese momento elevó las tensiones típicas de los roadshows. Por suerte, con un trámite de último minuto y una tarjeta de crédito prestada, pues la suya tenía restringidos los pagos online, Heeren logró obtener el permiso y despegar a Boston.

Los ejecutivos de alrededor de una decena de compañías peruanas vivieron peripecias de este tipo en los primeros meses del 2013, cuando se experimentó uno de los periodos de mayor actividad en los de deuda por parte de empresas locales. Aunque a partir de mayo las operaciones se paralizaron por la incertidumbre financiera que ha vivido el mundo por las especulaciones del fin de la expansión cuantitativa de la Fed, en el segundo semestre varias firmas podrían reactivar sus planes.

Casos como el de Cálidda prueban el interés que el mercado tenía por papeles peruanos a inicios del año, pero su éxito también se debió a características propias de la empresa. "Fue el primer bono proveniente del Perú que se lanzó al mercado con tres calificaciones de grado de inversión y se dice que fue el bono con esa calificación de riesgo que se cotizó más barato en la historia", explica Maximiliano Valera, senior vice president de Debt Capital Markets de Santander, uno de los bancos de inversión que asesoró la operación.

"Los analistas de las agencias veían un enorme potencial en todos los segmentos en los que opera Cálidda", apunta Heeren. Así, en el segmento industrial la empresa podría duplicar su número de clientes, mientras que el mercado residencial se apunta a atender nuevas zonas y a absorber el propio crecimiento de la ciudad. Para ello, resulta vital la ampliación de la Red Principal, recientemente concluida.

El ejecutivo cuenta que una segunda señal del éxito de la operación fue el interés que despertó entre los inversionistas. "Cuando arrancas en Europa, el mercado se comunica. Si te bajan las reuniones, no vienes bien. Pero nos pasó todo lo contrario: cada día crecía la agenda de reuniones y, al final, en Nueva York, tuvimos que abrir dos equipos", recuerda Heeren. Existe una parte del intenso recorrido que al ejecutivo le cuesta rememorar: el camino a la cena de celebración una vez que se cerró la emisión. La mayor parte de la ruta la hizo dormido.

Máquina afiatadaSi uno escucha el relato de Patricia Gastelumendi, CFO de , sobre la emisión por US$ 300 millones a siete años que hizo la empresa en abril, llegará a la conclusión de que no solo los equipos Caterpillar son máquinas que funcionan a la perfección, sino también el equipo de más de 40 personas que hizo posible la operación. La idea se fue gestando lentamente, entre sugerencias de banqueros de inversión, definiciones entre la plana gerencial y aprobaciones de la junta de accionistas.

En un primer momento, la plana mayor de Ferreycorp pensaba que con sus fuentes de financiamiento habituales (bancos, bonos locales, Caterpillar e, incluso, el mercado de acciones limeño) era suficiente. Sin embargo, las adquisiciones realizadas por la empresa en Centroamérica y el Perú y su reorganización corporativa llevaron a la conclusión de que, ante las bajas tasas que se podían obtener en el extranjero, una emisión serviría para el doble propósito de financiar crecimiento y prepagar deudas.

En medio de estas reflexiones, una invitación llegó a la oficina de Gastelumendi. invitaba a una cena a los CFOs que habían comandado operaciones en los mercados locales e internacionales durante el 2012. Ella estaba invitada por la ampliación de capital vía emisión de acciones que hiciera la empresa a inicios de ese año, pero en la mesa estaban los ejecutivos de varias de las firmas que habían salido al mercado internacional de bonos: , Coazúcar, Volcan, BBVA Continental y Ajegroup. Aprovechando el off the record propio del evento –y que ahora ya puede ser revelado- Gastelumendi consultó con todos los gerentes presentes sobre los detalles de sus respectivas experiencias.

Un punto clave, por ejemplo, era cómo elegir a los bancos de inversión que los asesorarían. "Optamos por los que tenían mayor experiencia, Bank of America Merrill Lynch (BofA) y JP Morgan. Por casualidad, BofA fue el que primero nos había hablado del tema". El tercer banco fue Credicorp Capital, por la estrecha relación de la empresa con el BCP. También se decidió que la emisión fuera realizada por Ferreycorp para poder nutrir de fondos a todas las subsidiaras que lo requirieran, pero asegurando a los inversionistas que los flujos generados por Ferreyros, la filial más importante, estaban comprometidos para el pago de deuda.

La parada en Boston también le trajo complicaciones a los ejecutivos de Ferreycorp: un día antes de viajar a la capital de Massachusetts ocurrió el lamentable atentado en la maratón de esa ciudad. Sin embargo, Gastelumendi y su equipo pudieron presentar la compañía ante los inversionistas, recorriendo una ciudad que poco después sería paralizada en la búsqueda de los responsables de la explosión. El viaje, como todos los roadshows, terminaría en Nueva York, con decisiones claves tomadas en camionetas negras, entre una reunión y otra con inversionistas que quedaron convencidos de que los bonos de la empresa eran una buena apuesta: la emisión fue cinco veces sobresuscrita y obtuvo una tasa por debajo de la proyección inicial de 5%.

Rápida salidaEn la cena de G de Gestión por la emisiones del 2012 también estaba Fernando Gomes, CFO de Corporación Lindley, una de las primeras empresas peruanas en salir al mercado internacional. A él le correspondió la mayor parte del trabajo para la segunda emisión de la empresa, por US$ 260 millones, en abril. Pero, a diferencia de sus colegas y de su propia primera experiencia, el equipo de Lindley ya no tuvo que recorrer medio mundo contra el reloj para tener una reunión tras otra.

"La empresa ha hecho un excelente trabajo de relaciones con los inversionistas y, como el mercado la conoce, la demanda por papeles de Lindley continúa", explica María Eugenia González, cogerente de banca corporativa y de inversión de Citi, uno de los bancos que asesoraron a la empresa.

Este conocimiento entre el mercado y el emisor lleva a que, por ejemplo, el pricing se haga en un solo día. "La emisión se lanzó a las 8:16 am y se cerró el pricing a las 12:20 pm", puntualiza González. De igual manera, más de 90 cuentas registradas de inversionistas accedieron a la presentación de la compañía de manera virtual, ahorrando paradas en el roadshow, que pudo ser más breve y enfocado. Además, como explica la ejecutiva, la mayoría de los US$ 2.400 millones que tuvo la emisión como demanda fueron de inversionistas que ya habían participado de la primera operación.

Dentro de los logros presentados por Lindley al mercado estaba haber ejecutado en un solo año muchos aspectos de su plan de inversión contemplados para 24 meses. Así, Corporación Lindley consiguió algo poco habitual: que la prima por emisión frente al precio de su bono inaugural fuera negativa en 16 puntos básicos. "Su experiencia prueba que el trabajo no termina cuando se emite el bono y se dice adiós", sentencia González.