OPEP
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La última evaluación de Estados Unidos sobre cuánto dinero obtiene la OPEP de las exportaciones petroleras confirmó una cosa: reducir los suministros funcionó.

En su hoja informativa anual de ingresos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), publicada el martes, la Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés) estima que los ingresos de exportación de la OPEP fueron de US$ 567,000 millones en el 2017, un aumento del 26% en términos reales.

El incremento se produjo pese a la leve disminución de la producción promedio de petróleo del grupo comparado con el 2016. Esa es la magia de precios más altos y restricciones colectivas de suministro.

Sin embargo, las cifras también muestran cuán grande es el agujero en que se encuentra ahora la OPEP. Porque el crecimiento del 26% obviamente es fantástico, pero qué tan bueno depende de dónde uno comience:

La escala del desafío de la OPEP se vuelve aún más clara al considerar el crecimiento de la población: La proyección de la EIA de un ingreso de poco más de US$ 1,400 por persona en los países de la OPEP este año es similar a lo que fue en el 2004 (poco más de US$ 1,250 en términos reales).

En aquel momento, sin embargo, el crudo Brent promediaba alrededor de US$ 50 por barril en términos reales contra una proyección de casi US$ 72 este año. Por supuesto, hay que compartir el botín entre 140 millones de personas más, un aumento del 38%.

Además, la ecuación se vuelve más difícil: el Banco Mundial proyecta que la población de la OPEP aumente en otros 129 millones en el 2030.

Debajo de los números hay grandes disparidades. El ingreso per cápita de exportación de petróleo de Nigeria el año pasado fue de solo US$ 179 y tanto, el más bajo del grupo y solo un 1,5 por ciento el de Catar, que lideró con casi US$ 12,000 por persona. Además, en términos absolutos, Nigeria representa más de la mitad del aumento previsto en la población de la OPEP para el 2030.

No olvidemos a Venezuela, donde el ingreso per cápita se desplomó en los últimos años por una combinación de menores precios y menor producción, donde este último hizo una gran contribución a los recortes de suministro que han ayudado al grupo.

La proporción de ingresos para quienes viven en Arabia Saudita, el mayor exportador de la OPEP, contra quienes son lo suficientemente desafortunados para estar en Venezuelacuenta esa historia. Y dadas las tendencias actuales de producción, lo más probable es que esa proporción aumente este año:

Si se está preguntando por qué países como Arabia Saudita están tratando de diversificar sus economías y dejar de ser excesivamente dependientes de los ingresos petroleros –y rápidamente– estas tablas ayudan mucho a explicarlo.

El ingreso per cápita de las exportaciones petroleras de Arabia Saudita de casi US$ 5,100 el año pasado fue menos de la mitad del nivel cinco años antes. Y aunque es probable que este año sea mayor debido a una combinación de aumentos de la producción y los precios, un retorno a los excitantes niveles sobre US$ 10,000 por hombre, mujer y niño es poco probable a menos que haya un alza de precios.

Como siempre, hay muchos posibles escenarios que provoquen alzas, que abarcan todo desde el conflicto iraní a los efectos de las regulaciones más estrictas sobre combustible marino, pero incluso los precios de hoy están teniendo un impacto en la demanda. Tampoco olvide que los precios más altos fomentan una mayor producción de petróleo en América del Norte y otras regiones no pertenecientes a la OPEP.

En un informe también publicado el martes, Bassam Fattouh y Andreas Economou del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford examinaron el acto de malabarismo que Arabia Saudita se esfuerza por mantener este año.

Llegan a la conclusión de que el líder de facto de la OPEP está intentando manejar el mercado petrolero por ahora dentro de una banda de US$ 70 a US$ 80 por barril, ya que trata de obtener suficientes ingresos sin dañar la demanda (y también mantenerse en el lado correcto de la Casa Blanca antes de las elecciones de mitad de período).

Ese es un canal extraordinariamente estrecho para navegar de cara a tantas fuerzas en contra. Estas últimas incluyen los desafíos crónicos que presentan las tecnologías energéticas rivales, el suministro no proveniente de la OPEP y las iniciativas para luchar contra el cambio climático.

Pero estas se ven complicadas por otra gran fuerza: las propias debilidades de la OPEP. Países como Arabia Saudita intentan lograr transiciones tanto en el mercado energético como en sus propias sociedades, y todo con menores ingresos de las exportaciones de petróleo que apoyan poblaciones más grandes.

Los aumentos de precios futuros pueden ofrecer ganancias extraordinarias, pero también causan un daño estructural a la demanda de petróleo. La victoria aparente del último año debe enmarcarse dentro del contexto de esta fragilidad más amplia.

Por Liam Denning

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

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