Lo que aprendimos de la crisis financiera

Hay cuatro áreas principales de preocupación que, en conjunto, sugieren que la economía global puede estar en un lugar más frágil de lo que estaba incluso en la víspera de la caída de Lehman hace una década.

Primero, como ha advertido reiteradamente el Banco de Pagos Internacionales, existe un nivel récord de endeudamiento en la economía global. No es solo la cantidad de deuda pública y privada lo preocupante, sino también el deterioro de la calidad promedio. Ahora existen US$ 63 billones de deuda soberana pendiente, con una deuda total de US$ 237 billones, un total de US$ 70 billones por encima de los niveles previos a Lehman.

Solamente hay 11 gobiernos y dos firmas estadounidenses con calificación AAA y se observa una disminución continua en la calidad crediticia promedio de los préstamos y bonos pendientes. El pago y renovación de esta deuda probablemente se volverá mucho más costoso a medida que la política monetaria se normaliza después de años de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés).

El déficit que registraba Estados Unidos en el 2007, de US$ 161,000 millones, o un 1.1% del PBI, parece insignificante en comparación con la proyección de este año de US$ 804,000 millones. La relación deuda pública/PIB de EE.UU. ha aumentado a más del 105% del PBI frente a cerca del 65% del PBI en el 2008, con proyecciones de un aumento sostenido. También en la zona euro la deuda es ahora un 20% mayor, con un aumento del 60% en España; mientras que la deuda pública de Italia, que ya era elevada en el 2008, ahora ha superado el 130 por ciento del PBI, un 30% por sobre su nivel del 2008.

Claramente, hay mucho menos espacio para que los gobiernos utilicen incrementos en el gasto público y las llamadas políticas contracíclicas que fueron cruciales para evitar una repetición de la gran depresión tras el colapso de Lehman.

En segundo lugar, dado que la flexibilización cuantitativa ha dejado a los bancos centrales con un récord de US$ 15 billones de activos en sus balances, y con las tasas de interés aún cerca de mínimos históricos, hay pocas posibilidades de una respuesta sólida de política monetaria a otra crisis.

En las últimas tres recesiones, la Reserva Federal de EE.UU. recortó las tasas de interés en un 5%, mientras que el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo anterior a Lehman mantuvieron las tasas de interés del 5 y 4 por ciento, respectivamente. Dado que la QE aún fluye abiertamente, e incluso con tasas de interés nominales negativas para varios bancos centrales del G-10, es imposible repetir la medida decisiva de los bancos centrales que ayudó al mundo a evitar una depresión.

De hecho, es muy posible que la política monetaria, como vimos con la "rabieta" del mercado por la reducción de la QE en 2013, se convierta en fuente de inestabilidad a medida que la QE se reduce y las tasas de interés se normalizan.En tercer lugar, el centro político, que era fuerte en 2008, se ha desmoronado considerablemente en casi todas las principales economías.

El populismo tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda está en aumento, en parte como respuesta a la crisis. El electorado está más insatisfecho después de lo que equivale a una década postcrisis casi perdida en la que pocos vieron un aumento en sus salarios reales, y muchos más experimentaron inseguridad económica y de otro tipo.

Los sistemas políticos en la mayoría de las economías europeas se han fragmentado con un aumento de partidos políticos pequeños e incluso marginales ahora con representación en los parlamentos, a medida que las mayorías gobernantes se vuelven cada vez más difíciles de articular.En cuarto lugar está el colapso de la confianza y el debilitamiento del orden internacional.

EE.UU. está aplicando no solo una política de “silla vacía” en foros internacionales como el G-7 y el G-20, que fueron cruciales para organizar la cooperación internacional para enfrentar la última crisis, sino que la administración Trump ha aplicado activamente una bola demoledora a la cooperación internacional global. Tal vez lo más alarmante es que el centro político prudente de la Unión Europea ha disminuido y los populistas tanto en las economías centrales como las periféricas dejan poco margen para políticas prudentes paneuropeas y de toda la zona euro.

El brexit, la creciente división Este-Oeste, particularmente en inmigración, y el nuevo Gobierno italiano son solo los ejemplos más obvios de un malestar más profundo en la política de la UE.

Por supuesto, los bancos son más fuertes hoy de lo que eran en 2008 y los responsables políticos tienen más herramientas para abordar las crisis. Pero la combinación de un espacio reducido de política fiscal y monetaria, una acumulación récord de deuda, la disminución del centro político, el desmantelamiento del orden mundial liberal postguerra y una naciente guerra comercial significan que las cosas pueden ser más frágiles en todos los sentidos.

Por Sony Kapoor

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

TAGS RELACIONADOS