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¿Qué impulsa los precios de las ? ¿La oferta y la demanda, o los movimientos de divisas?

Por una vez no estamos hablando del dólar estadounidense, un factor de cambio para el precio del petróleo, los metales industriales y el oro. En los mercados agrícolas, el real brasileño es un indicador clave del valor del café y el azúcar, así es que esté atento al costo de su café con leche ante los impactos por la victoria del domingo del candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro en la contienda presidencial de Brasil.

Recientemente, ambos cultivos habían estado en problemas debido a la abundancia en la oferta. El principal contrato de azúcar N°11 alcanzó un mínimo de 10 años el 20 de agosto. El café se encontraba en un estado aún peor y los granos de arábica, la variedad fragante y de mayor calidad que se cultiva principalmente en Brasil, cayeron a su nivel más bajo desde el 2006 el 18 de septiembre.

La amplia votación por Bolsonaro en las elecciones de primera ronda del 7 de octubre provocó una rápida reversión de esa dinámica. Los contratos a futuros de arábica para el mes siguiente ganaron un 9.8% desde entonces, y el azúcar avanzó un 9.5%, superando en ambos casos la apreciación del real, que se fortaleció un 5.5% frente al dólar durante el período. (El efecto en la soja, otro cultivo brasileño clave, ha sido más moderado, ya que Estados Unidos es el productor que genera un impacto en las variaciones de precios y su producción está influenciada por la guerra comercial con China).

Los fondos de cobertura han estado ocupados cerrando sus posiciones cortas para evitar ser atrapados por esta alza de precios. Su posición neta corta en el café, que alcanzó un récord de 109,159 contratos el mes pasado, se redujo a solo 34,730 hasta el martes pasado. En el azúcar, se volvió hacia un territorio de posiciones largas por primera vez en casi un año, después de alcanzar un mínimo casi histórico de 157,481 posiciones cortas en setiembre.

Hay una razón clara para esto. Cuando el valor era de alrededor de 4 reales por dólar, como fue el caso a principios de setiembre, un saco común de granos de 60 kilogramos (132 libras) a US$ 200, generaría para su productor brasileño 800 reales. Cuando el tipo de cambio es de 3 reales por dólar, esa cifra se reduce a 600 reales por saco. Como resultado, una moneda más fuerte alienta a los agricultores a retener o almacenar productos con menor precio, lo que reduce el equilibrio entre la oferta y la demanda y eleva los precios.

Los factores que impulsaron la caída del café en el 2018 no han cambiado realmente. La producción que se está cosechando actualmente será la más grande en la historia, dijo el mes pasado la agencia nacional de abastecimiento del gobierno de Brasil, Conab, un tercio más que el año anterior levemente por debajo de los 60 millones de sacos. En términos globales, la oferta en lo que va del año hasta septiembre superó la demanda en unos 2.58 millones de sacos, según la Organización Internacional del Café.

La cosecha del próximo año en Brasil casi con seguridad será menor: el café sigue un ciclo de 24 meses de años productivos y años en que no hay producción. Pero incluso entonces, las lluvias en regiones de cultivo clave han ayudado a que las flores que se convertirán en granos cosechables a mediados del próximo año, según Cepea, un centro de investigación agrícola.

Contraria a esa imagen algo bajista está la correlación históricamente fuerte entre los precios del café y las monedas, que a menudo parece ser el vínculo más decisivo. Aquí vale la pena considerar si el real brasileño puede fortalecerse mucho más. El consenso entre los analistas para el año calendario 2019 es de 3.6750, levemente más débil que su nivel actual, según datos compilados por Bloomberg. La mediana de las proyecciones para el crecimiento del producto interno bruto de ese año cayó a 2.3%, difícilmente una señal alcista para la moneda.

En este momento, la cobertura de las posiciones cortas y los caprichos del mercado de divisas han provocado el alza del café y el azúcar. Sin embargo, como todos los estimulantes, ese impulso inicial tiene un desagradable hábito de desaparecer.

Por David Fickling

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.