Muchos de quienes contrajeron el COVID en Wuhan no solo tienen que lidiar con las secuelas que les pudo haber dejado la enfermedad tras superarla, sino que se han visto además rechazados laboral y socialmente, lo que les ha llevado a avergonzarse y sufrir serios problemas de autoestima. (Foto: EFE/ Su Yang)
Muchos de quienes contrajeron el COVID en Wuhan no solo tienen que lidiar con las secuelas que les pudo haber dejado la enfermedad tras superarla, sino que se han visto además rechazados laboral y socialmente, lo que les ha llevado a avergonzarse y sufrir serios problemas de autoestima. (Foto: EFE/ Su Yang)

Muchos de quienes contrajeron el COVID en no solo tienen que lidiar con las secuelas que les pudo haber dejado la enfermedad tras superarla, sino que se han visto además rechazados laboral y socialmente, lo que les ha llevado a avergonzarse y sufrir serios problemas de autoestima.

Es la amarga experiencia con la que se han encontrado los psicólogos en esta ciudad, que sufrió antes que nadie la pandemia, una vez que se levantó su confinamiento el pasado 8 de abril y la que se ven obligados a tratar todavía ahora, un año después del comienzo de su pesadilla.

La psicoterapeuta Li Geng, que trabajó de forma voluntaria con centenares de los 11 millones de habitantes de desde los primeros momentos de su encierro, afirma a Efe que aún hoy, entre quienes superaron la enfermedad, continúa muy presente el miedo de volver a padecerla.

“Están traumatizados, avergonzados y sufren problemas como una gran falta de confianza y baja autoestima”, explica esta joven profesional, que estuvo igual de ocupada ayudando a la gente durante el cierre de la ciudad como después, a partir de mayo, cuando la pandemia se controló y los contagios se redujeron a cero.

Aunque el rechazo a quienes padecieron el virus no está generalizado en la ciudad, sí se encuentra "en una significativa proporción", dice Li, que trabaja todavía a menudo, junto a otros colegas, con personas en esta situación. (Foto: EFE)
Aunque el rechazo a quienes padecieron el virus no está generalizado en la ciudad, sí se encuentra "en una significativa proporción", dice Li, que trabaja todavía a menudo, junto a otros colegas, con personas en esta situación. (Foto: EFE)

TE DESPIDO O TE PAGO MUCHO MENOS

Li pone varios ejemplos de personas de diferentes edades que tuvieron que enfrentarse a graves problemas de discriminación, una vez superado el COVID, entre ellos el de un hombre de mediana edad que fue despedido de su trabajo, con un buen sueldo, tras recibir el alta hospitalaria.

También el de un ejecutivo de una fábrica de muebles, de 40 años, que solía ganar 20,000 yuanes al mes (2,540 euros) pero a quien, tras pasar la enfermedad, su empresa le ofreció 2,000 yuanes (254 euros) por seguir haciendo el mismo trabajo o la alternativa de echarle.

“Hay gente que, aunque ahora dé negativo en los test, no está tan bien de salud y necesita descansar y no trabajar pero hay otra que se curó completamente y a la que se le discrimina igual, lo lamento mucho porque todo el mundo está sufriendo la pandemia”, explica la psicóloga.

Aunque el rechazo a quienes padecieron el virus no está generalizado en la ciudad, sí se encuentra “en una significativa proporción”, dice Li, que trabaja todavía a menudo, junto a otros colegas, con personas en esta situación.

“Les acompañamos y les proporcionamos guía psicológica, les ayudamos a superar el sentido de vergüenza, intentamos infundirles coraje, incluso si no pueden trabajar para que puedan llevar una buena vida”, indica y añade que el gobierno y otras organizaciones sociales también les ofrecen ayuda.

“LOS WUHANESES NO EXPRESAN EL HORROR PERO LO SIENTEN MUY ADENTRO”

Li, que trabaja en una organización no gubernamental de psicólogos con los que comparte sus conclusiones, explica por qué es tan difícil encontrar alguien en Wuhan que hable abiertamente de lo que pasó en los primeros días tras el 23 de enero, los peores de la pandemia en la urbe.

“Los habitantes de la ciudad tienen un gran horror en el fondo de su corazón, que afectará la vida entera de nuestra generación. No lo expresan pero lo sienten muy adentro”, asevera.

Y no se atreve a hacer predicciones sobre cuánto podrá durar ese dolor: “no puedo decirlo, está en nuestro subconsciente, como un trastorno de estrés postraumático que influirá en nuestra vida futura”.

Un estudio de expertos chinos publicado el pasado 12 de noviembre concluía que, tras el alivio del confinamiento a principios de abril, el 56 % de los habitantes de la capital de Hubei habían sufrido síntomas de ansiedad, un 47,9 % de depresión y un 16,2 % de trastorno de estrés postraumático.

Los trabajadores sanitarios mostraron unos porcentajes de sintomatología similar una vez que se levantó la clausura.

“Algunos médicos y enfermeras tenían pavor de recordar los momentos terribles que habían vivido”, señala Li.

AUMENTAN COMPRAS DE ALIMENTOS TRAS REBROTES EN CHINA

Algunas informaciones publicadas en los medios locales estos días apuntaban que los habitantes de Wuhan habían aumentado considerablemente sus compras de comida en tiendas y supermercados, tras conocerse los nuevos rebrotes del virus en el norte de China, los peores que sufre el país desde el pasado marzo.

Otro signo más de que los wuhaneses, por mucho que aseguren a los periodistas que no les preocupa la vuelta del virus a la zona septentrional del país, están realmente muy preocupados por ella.

Es como si la ciudad siguiese ocultando todavía una herida abierta a la que mejor no tocar, para que no supure y pueda cicatrizar.

Antes de concluir la entrevista con Efe, Li nos pregunta si puede añadir unas palabras:

“Quiero decir que esta pandemia nos debe enseñar a que tenemos que respetar la vida, respetarnos a nosotros como seres humanos y también a los animales y a la naturaleza. Es la lección que debemos aprender entre tanta tristeza”.