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Para Rappi, llegar al estatus de es tan solo el comienzo.

La aplicación latinoamericana de entregas alcanzó la tasación mítica de US$ 1,000 millones el mes pasado, con lo cual es tan solo la segunda colombiana que supera ese umbral. Pero los tres amigos colombianos que fundaron la empresa no se pondrán a celebrar. En vez de vender sus participaciones, buscar comprador o incluso preocuparse por dar ganancias, están pensando con más ambición.

“Hoy, la mayoría de nuestras transacciones son restaurantes y despensas”, dijo Sebastián Mejía, presidente de Rappi y uno de sus fundadores, en entrevista telefónica. “Pero existe una oportunidad de construir la empresa de tecnología más importante que haya visto Latinoamérica”.

Armada con una nueva ronda de US$ 220 millones en efectivo, la empresa de tres años de antigüedad que comenzó entregando pedidos de restaurantes en Bogotá apunta a nuevos mercados y productos, como los servicios financieros y el procesamiento de pagos, dijo Mejía.

Un crecimiento semejante complementaría un ejército de 20,000 repartidores que entregan compras y comida caliente a clientes desde México hasta Argentina. Rappi ya se diversificó transportando productos de minoristas, entre ellos farmacias y tiendas de artículos de oficina. En total, se asoció a 50,000 empresas, dijo Mejía.

Competencia
Para expandirse más, Rappi tendrá que enfrentar una fuerte competencia. Las 28 ciudades donde opera ya están repletas de rivales, desde empresas internacionales bien financiadas como y Postmates, que el año pasado debutó en Ciudad de México, hasta startups como iFood en Brasil.

Globalmente, los inversores pusieron US$ 6,200 millones en startups de entrega de compras y comida este año, un 32% más de lo recaudado en todo el 2017, según datos compilados por la empresa de investigación CB Insights. La última ronda de financiamiento de Rappi fue encabezada por la DST Global de Yuri Milner, una de las primeras inversoras de Facebook.

Mejía dijo que la empresa no fijó una fecha para comenzar a ganar dinero, aunque podría hacerlo este mismo año si lo quisiera. En vez de eso, buscan avanzar a dos nuevos mercados este año, pero Mejía no dijo a cuáles.

Crecimiento
Rappi, cuyo nombre deriva de “rápido”, registró un crecimiento de 20% al mes este año, dijo Mejía. Además de las entregas, los clientes pueden usar la aplicación para que sus repartidores hagan recados o les traigan efectivo, lo cual después se cobra a una tarjeta de crédito.

Los clientes pueden “pedir casi todo lo que quieran con un excelente concepto de aplicación que se lo entregará en 30 minutos por un dólar”, dijo Mejía. Rappi genera ingresos quedándose con el 17% de cada transacción minorista en promedio, agregó el ejecutivo.

La empresa no gana nada con la comisión por entrega, que ronda US$1. Eso y las propinas van para los repartidores, que son contratistas independientes. Este arreglo permite a Rappi mantener bajos los costos.

La mayoría de los repartidores viaja en bicicleta y transporta mochilas cúbicas de color naranja claro con el logo, un bigote al estilo del hombre de Monopoly, que según Mejía es un homenaje a los pequeños almacenes familiares comunes en los barrios latinoamericanos.

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