Foto 24 | Islandia (Foto: FIFA)
Foto 24 | Islandia (Foto: FIFA)

De alguna manera, no pensé que sucedería este año. Me sentía un poco distraído. Ni siquiera tuve tiempo para pensar en el . No imaginé que tendría algún efecto.

Y luego lo tuvo. Empezó… otra vez... la fiebre.

Cuando creces en una nación futbolera la fiebre es profunda. Recuerdo a mamá, papá, mi hermano.

Thomas y yo nos levantamos a media noche para ver en la televisión alemana la semifinal de la Copa del Mundo de 1970 en México. Para las 3 am, los alemanes habían perdido contra Italia 3-4, en lo que se considera uno de los grandes partidos mundialistas de todos los tiempos.

Con todo y derrota, el momento de dar vueltas en la sala, nuestros ojos hipnóticamente pegados a la televisión. La alegría colectiva cuando Alemania metió un gol. La decepción colectiva cuando nuestro equipo falló un remate y los italianos no. Una enorme experiencia y un tiempo sagrado con la familia.

En la última Copa del Mundo, la que ganó Alemania, vi los partidos desde mi casa en Hollywood, Florida; mientras que mi madre de 89 años estaba en su departamento de Bonn. La histórica victoria de Alemania por 7 a 1 contra el anfitrión Brasil en las semifinales. Después de cada gol, tomaba el teléfono y llamaba a mamá. ¡Viste eso! Mamá respondía con su voz haciendo saltos de alegría.

Y luego, después del silbato final, cuando el abultado score era una realidad. Mi madre dijo con júbilo: “Nuestros muchachos hicieron bien las cosas”.

Eso es lo que hace el fútbol.

Nos alineamos detrás de un equipo. Estamos orgullosos de ese equipo, y queremos fervientemente que este equipo gane. Nos encanta alentar al equipo que representa nuestros anhelos y deseos más profundos, son esas ganas insaciables de pertenecer a algo.

En un mundo donde el liderazgo político está tan fuera de control y desalineado con valores profundamente arraigados, esto importa. En los lugares de trabajo donde las encuestas muestran con frecuencia que el 80% de la fuerza laboral está desconectada, esto también importa.

¿Cuál es tu motivación en el trabajo? ¿Algo?

Queremos que nos importe. Necesitamos una razón, por favor. Porque una pequeña parte de nosotros muere cada vez que nos dan otra razón más para que NO nos importe.

A continuación, una historia más de fútbol. Piense en su lugar de trabajo mientras la lee.

La nación de Islandia ha sido la historia de fútbol más grande de los últimos dos años. Islandia participa por primera vez en un Mundial de fútbol. Con 334,000 habitantes, es la nación más pequeña que ha calificado a una Copa del Mundo. Es como si la ciudad de Hollywood (Florida) en la que vivo, se hubiera unido con Ft. Lauderdale y Boca Raton para enviar un equipo a la Copa Mundial de fútbol.

Sería loco, increíble e inimaginable.

Anteriores campeones de la Copa del Mundo como Italia y Holanda no avanzaron más allá de las rondas de clasificación este año, y nunca llegaron a Rusia 2018. Tampoco lo hizo el equipo de EE.UU., Islandia sí lo hizo. Y en su primer partido en Sochi el pasado sábado, Islandia empató con el titán futbolístico Argentina, subcampeón en la última Copa del Mundo.

Inimaginable. O tal vez no.

Islandia saltó al mapa futbolístico mundial en la Eurocopa 2016, donde realizó una increíble campaña hasta los cuartos de final. Para llegar allí, empató con Portugal y derrotó a Inglaterra, una de las naciones futbolísticas más veneradas de todos los tiempos.

“Pensé…”, dijo el entrenador de Islandia, Helmir Hallgrimson, que aún trabaja como dentista en una pequeña isla volcánica, “…que todos nos odiarían porque perdimos contra Francia en los cuartos de final”.

Unas 100,000 personas le dieron la bienvenida al equipo islandés en el aeropuerto y las calles cuando su avión aterrizó en Reykjavik después del campeonato europeo. Eso es un tercio de la población del país. Y muchos de estos fanáticos hicieron el emocionante canto vikingo de Islandia que ya se había convertido en un ‘viral’ en las redes.

Queremos que nos importe. Con todos es así.

Queremos alentar nuestro equipo.

Un equipo deportivo no es una analogía perfecta para un querido lugar de trabajo. Entiendo eso. Pero, ¿qué hizo bien Islandia? Porque esta no es una historia de un equipo ‘chico’ que tiene suerte. Islandia se ha ganado su lugar en el escenario mundial. Tiene las habilidades para vencer sistemáticamente a los grandes.

Acércate a tus fanáticos
En el 2013, Hallgrimson, entonces asistente del entrenador, consideró que el equipo masculino de fútbol no tenía ningún apoyo real de los fanáticos. Claro, los fanáticos asistían a los partidos, pero no había una cultura de hinchas. ¿Su experimento? Invitó a los fans a que lo acompañen en un pub en la víspera de un partido de la selección. En esta reunión, reveló la alineación inicial para el juego, antes de que se anunciara a los medios. Discutió las fortalezas y debilidades del equipo contrario. Y mostró a la gente un video motivacional, el mismo que mostró a los jugadores.

No más de una docena de fanáticos llegaron a esta primera reunión en el pub. Hallgrimson no se inmutó. Mantuvo esta tradición una vez que se convirtió en entrenador principal. Ahora cientos de aficionados se presentan a estas reuniones previas a los partidos. La cultura de fans de Islandia se ha vuelto electrizante. “Me gustaría darles un sentido de propiedad de lo que estamos haciendo”, explica Hallgrimson. Uno de los beneficios de ser un país pequeño es que puedes tener ese tipo de cercanía.

Entrena tu talento
Islandia tiene una fuente de talentos mucho más pequeña que las superpotencias del fútbol como Brasil, Argentina, Alemania y España. Así que la federación nacional se aseguró de dar a cada jugador la mejor formación posible desde la edad más joven, asegurándose de que tuviera acceso a la mayor cantidad de entrenadores posible. Islandia tiene 700 entrenadores de fútbol activos y con licencia profesional. Eso es aproximadamente un entrenador de élite por cada 100 niños menores de 14 años.

Para asegurarse de que el talento no se pierda, la federación de Islandia también cambió la jerarquía de entrenamiento. “Todos reciben el mismo servicio”, explica Daguar Dagbjartsson, coordinador de formación de entrenadores de la federación. Algunos de los mejores entrenadores de Islandia trabajan con sus jugadores más jóvenes. ¿La filosofía? Si un niño no tiene un entrenador de calidad desde el principio, no estará preparado para alcanzar su potencial en la adolescencia.

Apoye a todos. Sea un equipo, un equipo de verdad.

Argentina cuenta con múltiples estrellas como el legendario Lionel Messi. Estos jugadores son máquinas de ataque bien engrasadas y juegan en importantes clubes de las ligas europeas. Los jugadores islandeses también juegan profesionalmente en las ligas europeas, pero Islandia no tiene un icono característico en su seno. Cuando las estrellas argentinas juegan juntas, el equipo a menudo es menos que la suma de sus partes. En un equipo sin tales estrellas, la dedicación singular y obstinada a ejecutar una estrategia eleva el rendimiento de cada miembro. Islandia se convierte en más que la suma de sus partes. Ese es el poder del verdadero trabajo en equipo.

Vuelo a Alemania en una semana para visitar a mi madre de 93 años. A Alemania no le fue muy bien en su primer partido de la Copa Mundial con México. Mamá ahora vive en una residencia para personas mayores. Mi deseo es que ella y yo tengamos uno más de esos momentos, sentados frente al televisor en su habitación. Viendo la Copa del Mundo. Alentando a nuestro equipo.

Quiero alentar a los alemanes. Pero también estaré muy feliz de echar porras por Islandia. Porque como todos ustedes, solo quiero tener algo por qué alentar.

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