Perspectiva. “Lo ideal es que instituciones como las nuestras puedan acceder a fondos concursables, pero a través de Cultura”.
Perspectiva. “Lo ideal es que instituciones como las nuestras puedan acceder a fondos concursables, pero a través de Cultura”.

Legado cultural. El Museo Larco, que ofrece un recorrido a través de más 5,000 años de historia del antiguo Perú, no solo es uno de los primeros del mundo con depósitos visitables, sino también pionero en ofrecer acceso virtual a toda su colección. Los turistas que lo visitan lo han convertido mediante TripAdvisor en uno de los 25 mejores del mundo y la versión mexicana de la revista Forbes lo sitúa como segundo imprescindible de Latinoamérica. Andrés Álvarez Calderón, su presidente ejecutivo, desvela los esfuerzos detrás.

¿Cómo ha crecido la oferta museística en años recientes?
La misión de los museos es formar colecciones, conservarlas, investigarlas, difundirlas, y en los últimos años cada una de esas funciones se ha ido profesionalizando. Es esto lo que hace que hoy haya museos mejor presentados y con mejores productos culturales.

¿Larco funciona bajo la figura de patronato y/o auspicios?
No existe un patronato en sí. No contamos tampoco con un programa de auspicios ni con alguno como Amigos del Museo. Hay una apuesta por la autogestión, así que el museo se mantiene con diferentes fuentes de ingresos.

¿En qué consisten?
El museo participa con sus propias piezas en exposiciones internacionales en espacios de Europa, Asia y Norteamérica donde son alquiladas; a eso se suman ingresos por taquilla, derechos fotográficos o fílmicos y por espacios del interior del local que son alquilados.

¿Qué representa más?
Cuando tenemos exposiciones internacionales importantes, estas se derivan en muy buenos ingresos. Es cambiante. Sin embargo podría dividirse en tercios: alquiler, taquilla y exposiciones internacionales.

¿En cuántas exposiciones internacionales participan normalmente en un año?
Entre tres y cuatro. Este año hemos estado en las mejores salas: Museo J. Paul Getty (Los Ángeles), Metropolitan of Art (Nueva York), Museo Nacional de Ciencias de Tokio (Japón). Ya hemos confirmado uno para 2019. Ha habido periodos en que hemos estado en cinco exposiciones en simultáneo.

¿Son estos museos los que hacen las propuestas o viceversa, ¿y cuánto tiempo dura la gira?
Las dos figuras funcionan. La duración es variable. Sin embargo, la Ley de Patrimonio Cultural permite la salida de las piezas por un año, renovable por uno adicional. O sea dos, máximo.

¿Cómo han incrementado cantidad de visitantes?
El crecimiento ha sido lento pero sostenido de un 10% desde el año 2000. Nosotros no solo tenemos como prioridad nuestra colección, que es evidente y fundamental, también el público. Ambos son engreídos por igual.

¿A quiénes se orientan?
Básicamente a dos públicos: a los turistas extranjeros que ya vienen con un interés predeterminado por el arte precolombino, y a los escolares, a los que captamos mediante programas educativos.

¿Qué target es más representativo?, ¿y cuál es el reto pendiente?
Los turistas vienen evidentemente en mayor proporción. Y, sí, mencionaría un desafío pendiente: uno de los problemas que han tenido las visitas de escolares es que se mandaba a los chicos como si fueran rebaños prestos a la aventura para perder clases, no a vivir una experiencia.

¿Cuál es el valor diferencial?
Que el Museo Larco no ofrece una visita sino un programa educativo que es distinto: cuando vienen, tienen en pequeños grupos una actividad programada donde interactúan con la colección. Queremos construir en ellos una nueva visión de lo que es un museo para que cuando crezcan no equiparen como muchos adultos al museo como un espacio aburrido lúgubre, inactivo.

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