El Índice de Competitividad del Talento Global indica que el Perú se encuentra en el puesto 100 de 125 países que participan del estudio en lo que respecta a apertura interna (inclusión social), una caída de dos puntos con respecto al 2018.

Los primeros puestos del ranking "Internal Openness" corresponden a Islandia (1), Finlandia (2), Noruega (3), Suecia (4) y Canadá (4).

En cuanto a Latinoamérica, el país mejor ubicado en la lista es Uruguay (23), seguido de Costa Rica (30) y Panamá (34). De acuerdo con la región, Perú se posiciona en el puesto 14 de esta parte del continente, por encima de México, El Salvador y Venezuela.

El Global Talent Competitiveness Index (GTCI) 2019 es elaborado por Insead - The Business School for The World, Adecco Group y Tata Comunications.

“Desde las empresas es fundamental desempeñar el rol que impulse estrategias de diversidad corporativa e inclusión, no solo atendiendo al candidato, sino también centrándonos en las empresas, donde hay que trabajar en el cambio cultural de las organizaciones”, dijo Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, que lleva a cabo la iniciativa #TalentoSinEtiquetas para impulsar la inclusión social dentro del mundo laboral.

Tolerancia a las minorías
Una de las sub variables evaluadas por el GTCI 2019, dentro del rubro de apertura interna es la tolerancia hacia las minorías, la misma que está estrechamente relacionada con el Índice de Progreso Social.

En este ranking, las primeras posiciones corresponden a Islandia (1), Irlanda (2), Suecia (3), Finlandia (4) y la posición 5 la comparten Portugal y Uruguay. Aquí Perú se ubicó en el puesto 89 y figura como el número 14 de Latinoamérica, únicamente por encima de Guatemala.

Este indicador está basado en los componentes de tolerancia e inclusión, que miden seis variables: discriminación, personas indefensas o desvalidas, violencia étnica, violencia comunitaria, violencia sectaria y violencia religiosa.

En este sentido, y para impulsar la inclusión y diversidad dentro del mundo laboral, Mesonero apunta que “el reto es en el ámbito de los primeros niveles de educación, donde es necesario empezar a eliminar cualquier barrera o estereotipo desde edades tempranas”.

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