Financiado por Carlos I de España y con un capital humano integrado por marineros experimentados, Fernando de Magallanes emprendió su travesía, la cual terminó por convertirse en el primer viaje de circunnavegación del mundo.

A pesar de que el navegante portugués murió durante el recorrido –cuando encalló en Filipinas –, un miembro de su tripulación, Sebastián Elcano, tomó el mando del viaje y lo concluyó. Un gran éxito de sucesión.

Rodrigo Moreno, director del departamento de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) de Chile, en el libro “Magallanes y Elcano. La empresa de la primera circunnavegación del mundo”, toma esta historia y desarrolla el tema ligándolo muy estrechamente con el manejo de una compañía en la actualidad.

“El proyecto mismo del viaje es una empresa, una de descubrimiento y, por lo tanto, tiene muchos elementos que sí son aplicables al tiempo presente”, señala.

Reflejo de una organización
Moreno afirma que la historia debe conocerse con pensamiento crítico, así como el panorama favorable y no favorable que esta dejó.

“En el caso de Magallanes, esto es evidente. Es una historia que tiene situaciones admirables, pero también violencia, crisis internas, envidia. Es decir, todo lo positivo y negativo que puede existir en una organización”, afirma.

Aunque el viaje del navegante poseía tinte aventurero, también tenía fines económicos de alta envergadura, tal y como lo resalta el especialista.

“Había objetivos claros que buscaban como resultado final alta rentabilidad. Eso hizo que los inversores, en este caso la Corona española, se animaran a apostar por él y su proyecto”, resalta.

Manejo de alto riesgo
Según el consultado, el viaje de Magallanes no garantizaba ni retorno a la Corona ni sobrevivencia.

El manejo de riesgo, en este caso, lo tenía que asumir la misma tripulación y los inversores, porque si se perdía todo –como casi ocurrió– se corría alto riesgo de no tener retorno en ningún sentido.

“Por eso los que apostaban eran grandes inversores. Eran personas que tenían alto poder económico dispuesto a que, en caso de una pérdida, pudiesen recibir el golpe y continuar. En cambio, el pequeño inversionista generalmente no se embarcaba porque las probabilidades de pérdidas eran altas”, indica Moreno.

El poder de la sucesión
Asimismo, para el autor, en una organización siempre se pone énfasis en el líder, pero si no hay liderazgos intermedios la empresa fracasa.

No obstante la cabeza de una entidad no puede avanzar sin tener capital humano de valor. Por ello, el plus de Magallanes fue que dentro de su tripulación había gente valiosa, entre ellos, Elcano, una persona que si bien no estaba en la selección mayor, sí era un oficial.

“Era marino profesional que durante la travesía demostró tener aptitudes que le dieron mayores responsabilidades. Ahí viene el valor, pues tomó el liderazgo. Una empresa que no tiene sucesión, fracasa”, señala Moreno.

En el siglo XXI
En la actualidad, afirma el experto, conocer el tema sirve para comprender el presente y estar mejor preparados para el futuro en la toma de decisiones.

En la alta dirección, por ejemplo, la historia es una variable de análisis que tiene que estar presente. “Siempre digo que nuestro entorno no tiene 180 grados, sino tenemos que estudiar el círculo completo. Sobre todo ahora que tenemos que enfrentarnos a nuevas inversiones”, continúa el también docente.

Así, la historia, vista desde un enfoque para el aprendizaje, es necesaria. “Sí, estoy convencido de que quien sabe más puede estar mejor preparado para estar al mando de una empresa. Hay experiencia”, puntualiza.