Rubén Quintana.
Rubén Quintana.

Rubén Quintana es una persona que no piensa demasiado en el pasado. Dejó atrás 25 años de carrera en otra compañía para asumir un nuevo reto como managing director de a los 49 años. Es amante del fútbol y confiesa que, si tuviese un club, habría contratado al ‘orejas’ Flores por ser un jugador que piensa primero en el equipo.

¿Cómo definiría su estilo de liderazgo?
Soy el tipo de líder al que nunca le gusta exponerse. Siempre debo estar al lado. Los líderes somos los directores de orquesta y los protagonistas son los músicos. El líder que confunda esto tendrá que ir al sicólogo para evaluar su autoestima.

¿Cuál es su estrategia para conectar con los equipos complicados?
Convencer y no ordenar. El líder que convence tiene amigos que lo ayudan. El que ordena tiene detractores que solo aceptarán lo que tienen que hacer. Cuando ordenas, pierdes autoridad.

¿Ha tenido malos jefes?
Sí. No está establecido que todos los jefes sean buenos líderes. El desafío, los objetivos y la realidad están ahí. Haz una gran ensalada de todo eso. Y trata de sacar el jugo de quienes puedas aprender.

¿Recuerda haberse decepcionado de algún mal jefe?
A veces, las cosas no salen aunque lo intentes. Esperas la conducción de tu líder y este da el nombre de la persona que se equivocó. Te sientes un poco defraudado, pero debes tener el coraje de asumir la situación y responder algo que debería hacerlo él. Lo positivo de esto es que forja la personalidad y te entrena para dar la cara.

¿Cuál ha sido su trabajo más difícil?
Tomé la responsabilidad de arreglar un negocio que estaba casi quebrado para ponerlo a la venta. Vi que el equipo tenía potencial, así que pensé en convencer (a la empresa) de que era una mala idea.

¿Cómo lo hizo?
Busqué puentes en el equipo para que las 50 personas me sigan. Asumí el compromiso de garantizar durante un año todos los puestos de trabajo. Y tuve muchas presiones para hacer lo contrario.

¿Logró su objetivo?
Después de 5 años, el negocio no se vendió y pasó de tener el 12% de ventas al 30%. De los cinco conectores, me robaron algunos para promover a posiciones gerenciales. Ese fue el desafío más grande, porque no solo primó el líder técnico sino el líder humano.

¿Por qué es importante lograr un balance entre la vida personal y laboral?
Si eres un workaholic, tendrás vacía otra parte de tu vida y como líder serás incompleto. El balance da éxito, porque tienes altas posibilidades de lograr objetivos.

¿Y si no cumples esas metas?
Lograr objetivos es intentarlo, quien no lo hace es el fracasado. Es como ganar un partido de fútbol, es cuestión de que una pelotita entre en un rectángulo. Para hacerlo, debes estar bien físicamente, concentrado, tener compromiso.

¿Le gusta el fútbol?
Sí, he jugado a distintos niveles. El cuerpo me está abandonando y me resisto. El fútbol es un tema muy sabio para el management.

¿En qué sentido?
Tienes 11 jugadores que deben tener una misma visión para ser exitosos. (Hay que) conocer sus limitaciones, ser solidario cuando uno se cae y cubrirlo. Y así tratar de meter una pelota cuando otros 11 buscan lo contrario.

¿Usted sería capitán o entrenador?
Entrenador. Porque planifica, piensa por todos, porque cuando gana dice “ganaron mis jugadores”, y cuando pierden es el primero que dice “me retiro”.

¿Quién es su jugador preferido?
Me gusta mucho el “orejas” Flores. Es un jugador que resiste y que poco a poco fue pensando más en el equipo. Si tuviese un equipo, lo contrataría.

¿Qué es lo que más podría disgustarle?
Que los colaboradores digan sí a todo. Yo puedo decir “qué hermoso el cielo verde”, pero respetaré si alguien me dice que estoy equivocado. Entonces, debatiremos y quizá descubra que soy daltónico. Ayudaré a esa persona a crecer en su carrera, confiaré en ella, porque transgrede. Si yo tengo un equipo así, trabajo medio día.