Brexit
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La economía del Reino Unido no está en recesión. Entonces, ¿por qué algunas empresas lo están pasando tan mal?

La cantidad de advertencias de ganancias por parte de las firmas británicas es la más alta en dos años, y las minoristas y las empresas de tercerización figuran entre las más afectadas, según la firma de contabilidad EY.

Carillion implosionó este mes, mientras que las acciones de Carpetright y Dignity ha registrado caídas del 50% en una sesión. El índice FTSE 250 ha retrocedido 1% en lo que va del año, por detrás de sus pares estadounidenses y europeos.

Responsabilizar de todo esto al Brexit sería demasiado. Es probable que el impacto total de la salida del Reino Unido de la Unión Europea no se sienta por años y todavía se espera que la economía crezca este año, aunque a un ritmo más lento del 1.4%. 

Lo que está sucediendo puede tener más que ver con la falta de solidez financiera ante el empeoramiento del entorno empresarial. En los últimos cinco años, muchas empresas del Reino Unido han cargado sus balances con más deuda en relación con sus ganancias y sus activos. Han inyectado dinero en recompras y dividendos.

Han vendido propiedades a cambio de arriendos de largo plazo, apuntando más a un modelo de "pocos activos". Cuando los tiempos son buenos y la deuda es barata, esta puede ser una forma eficiente de maximizar los retornos para los accionistas; cuando el negocio empeora, puede amplificar las dificultades.

Carillion, una firma de construcción y externalización, era un ejemplo extremo de esto. Durante la década pasada, las deudas de la empresa se cuadruplicaron y pagó más en dividendos de lo que realmente generaba en efectivo, según un informe de legisladores británicos.

Cuando a los proyectos les comenzó a ir mal, la empresa tenía muy poco efectivo disponible y le quedaban muy pocos activos para evitar la liquidación.

Otras recientes advertencias de ganancias muestran cómo un consumidor más cauto y una mala comercialización trimestral pueden repercutir en un balance.

La advertencia de Dignity de que los precios habían caído en un 25 por ciento ante una competencia más férrea provocó un descenso del 50 por ciento en el precio de la acción, al tiempo que los analistas apostaban a que las ganancias se reducirían a la mitad el próximo año, mientras que la deuda neta subía.

Carpetright experimentó un descenso similar en sus acciones después de que una caída trimestral del 3,6 por ciento en las ventas en tiendas abiertas hace al menos un año la llevara a recortar sus proyecciones de ganancias. La deuda de la minorista se duplicó en un año, debido a la remodelación de tiendas.

Los beneficios de ser una compañía con "pocos activos" en este entorno están comenzando a parecer menos evidentes. Debenhams, que pasó por las manos del capital privado y vendió tiendas a cambio de contratos de arriendo de largo plazo, ahora parece estar acorralado por contratos de alquiler de varias décadas, a los que sería caro ponerles fin.

No es la única: solo en 2014, las ventas corporativas de bienes raíces en Reino Unido alcanzaron los 5.700 millones de euros, el doble que en 2008 y casi tres veces la cantidad recaudada en Alemania, de acuerdo con la firma de corretaje de bienes raíces JLL.

La moda de la eficiencia del balance podría dejar a las empresas con menos activos que puedan venderse fácilmente en caso de una crisis de efectivo, según Chris White, administrador de fondos de Premier Asset Management.

Nada de esto significa que deberíamos instar a una mayor ineficiencia corporativa o proyectos de construcción de imperios que podrían arriesgarse a destruir el valor para los accionistas. Pero los inversores harían bien en cuestionar si las decisiones a corto plazo que toman los gerentes en su nombre son las correctas en el largo plazo. Con las tasas de interés a punto de subir y el Brexit todavía a la vuelta de la esquina, esta aún puede ser la calma antes de la tormenta.