Wall Street
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Desde hace más de un cuarto de siglo, el analista de Mike Mayo baila al compás sin tregua del mundo empresarial estadounidense.

Sus hábitos de trabajo, los eventos familiares, su vida social e incluso su rutina de ejercicios y sus vacaciones quedan sometidos al ciclo aparentemente inmutable de los informes trimestrales sobre ganancias.

Cuatro veces al año, tiene que olvidarse de todo lo demás. ¿Los niños? Encontrar una niñera. ¿Gimnasia? Quizá a las 04:30. Durante los 30 días de ajetreo, la adrenalina es tan alta que a veces Mayo se olvida de comer. Salta, grita y no suelta el teléfono. Celebró su centésima temporada de ganancias este año con una taza de chocolate caliente para recuperar el aliento.

“El tenis tiene cuatro torneos Grand Slam”, dice Mayo, analista bancario de . “Wall Street tiene sus cuatro temporadas trimestrales de ganancias”.

¿Pero qué pasaría si, para las finanzas estadounidenses, la Tierra abruptamente cambiara, si las cuatro temporadas de pronto se redujeran a dos? Podría parecer un delirio. Pero la idea ahora ha sido planteada por el mismísimo presidente Donald Trump. En un tuit del 17 de agosto, sugirió que la Comisión de Bolsa y Valores (SEC por la sigla en inglés) evaluara esa posibilidad.

Ese . Al igual que Mayo, miles de analistas, auditores, gerentes de cartera, profesionales de relaciones con los inversores y expertos en RR.PP. han construido sus carreras y sus vidas en torno a los cuatro trimestres. Se debe elaborar las declaraciones de ganancias. Organizar las conferencias telefónicas. Redactar los informes. Y actualizar las recomendaciones de acciones.

Placer estacional
Eso también privaría a las firmas de analistas de por lo menos un placer estacional: oír cómo las conferencias telefónicas hacen sonar la música en toda la oficina. Los trimestres, dice Mayo, son “los ritmos de mi vida”. Se sintió aliviado cuando su primera hija, ahora crecida, nació el día después de que terminaran las ganancias del segundo trimestre.

Lo que es aún más importante, advierten las voces críticas, es que modificar el ritmo del mundo empresarial estadounidense a un programa semestral reduciría la transparencia para el público inversor. Actualmente, las empresas estadounidenses deben mostrar sus datos cada tres meses.

En un ritual que rige a Wall Street y es tan constante como el paso del verano al otoño, más de 3,000 compañías que cotizan en bolsa publican resmas de actualizaciones financieras cruciales. Es como un chequeo que revela la salud de una compañía (o el alcance de su enfermedad) y proclama su visión sobre el futuro.

El día de informe de ganancias requiere semanas de preparación y pequeños ejércitos de ejecutivos, personal de relaciones con los inversores, asesores legales y analistas de números. Juntos son responsables de elaborar un comunicado de prensa, estados financieros y un guion para la teleconferencia con analistas, a la que el público tiene acceso y suele durar una hora.

Las compañías ruegan que el día de ganancias sea aburrido. Que no haya sorpresas, ni tropiezos, ni máximos responsables reprendiendo a los analistas. Hay molestos detalles que volver a chequear para evitar el caos el día crucial. Los números deben ser exactos. Los ejecutivos deben estar preparados para las preguntas más incisivas.