Redacción Gestión

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Harper Lee, la autora de "Matar a un ruiseñor" (1960), no volvió a publicar otra obra. Este prolongado silencio terminará este año y algo es muy cierto sobre su próxima novela: será un éxito de ventas. Pero no todos los escritores tienen tanta suerte, pues estos días se requiere más que una idea brillante y una límpida prosa.

Los autores necesitan convertirse en gente de negocios, pensar estratégicamente sobre su marca y "marketearse" a ellos mismos y a sus productos. Es que hoy existe más competencia y menos librerías para exhibir los nuevos títulos.

El 2013, se publicaron alrededor de 1.4 millones de libros impresos en Estados Unidos, cinco veces más que hace una década.

Cada vez más, las editoriales están enfocando sus esfuerzos en pocos títulos que piensan pueden tener éxito, dejando de lado a autores menos conocidos y temas menos populares.

Muchos autores sueñan con recibir interminables regalías tras haber publicado su obra magna, pero estos días, escribir un libro es apenas el prólogo de más .

Incluso los que más venden necesitan invertir una buena cantidad de tiempo y recursos para publicitarse. Antes eran las editoriales las que se encargaban de la promoción, pero hoy los escritores más avispados contratan a sus propios publicistas, tanto si recién están comenzando o ya son estrellas como J.K. Rowling.

También deben cortejar a una creciente variedad de "influyentes" —gente cuya opinión puede determinar el éxito de un libro—. Antes eran los críticos de los diarios, pero hoy se trata de blogueros y expertos en redes sociales, aunque los más importantes son las celebridades como Oprah Winfrey y, más recientemente, Mark Zuckerberg.

Los premios como el Pulitzer o Man Booker pueden disparar las ventas, pero son muy difíciles de obtener, lo mismo que los contratos con Hollywood. Por ello, los "autores emprendedores" se concentran en un objetivo más efectivo y alcanzable: figurar en las listas de best sellers.

El secreto de tales listas es que no miden las ventas totales sino la rapidez, y los libros que vuelan de los estantes en su primera semana entran en esos rankings, lo que a su vez impulsa sus ventas posteriores.

Los pedidos previos a la publicación también son parte de las estadísticas semanales, de modo que los autores más experimentados buscan engrosar este rubro.

Los más avezados van más lejos. The New York Times (NYT) compila sus listas de best sellers, que son las más prominentes de todas, con data de unos cuantos miles de librerías, mayoristas y minoristas online, y no es difícil identificar los establecimientos que proporcionan sus cifras al diario.

De hecho, algunos venden esa información, de modo que los autores pueden adecuar sus giras promocionales y motivar a los consumidores para que ordenen sus libros en esos lugares.

Otra manera de sacarle provecho al sistema es lanzar un libro durante un periodo de poca actividad, como este mes, cuando hay menos competencia por un lugar en las listas.

Hoy es más fácil entrar en esos rankings que antaño. El año pasado, el NYT añadió doce nuevas categorías de best sellers, incluyendo viajes, humor y espiritualidad. También ha ampliado sus listas principales hasta 20 libros, lo cual otorga más posibilidades de figuración.

Los más perspicaces han entendido que "best seller" es un término relativo: en algunos meses y categorías, pueden aparecer en una lista con solo haber vendido unos cuantos miles de copias.

Los autores, al igual que otros emprendedores, no deben rendirse ante el fracaso. Si no consiguen ingresar a una lista del NYT, siempre pueden intentar con otra, como la de Amazon.

Los libros electrónicos baratos pueden alcanzar los puestos más altos de las listas en tiempo real de dicho website, que es la manera en que muchos autores independientes han ganado atención. Su momento de gloria puede haber durado unos cuantos segundos, pero nadie necesita saber eso.

El secreto a voces es que muy pocos escritores pueden vivir solamente de sus libros. Hasta algunos de los más exitosos hacen más dinero como conferencistas, consultores o profesores, y utilizan la notoriedad ganada con sus obras para justificar sus elevados honorarios.

El mes pasado, la editorial Simon & Schuster anunció que venderá online cursos en video de algunos de sus autores.

Pero las cosas son más complicadas para los escritores de ficción, porque los organizadores de conferencias y otros eventos pagan buenos honorarios a los escritores que no pertenecen a esa categoría y que cuentan con cierto reconocimiento, pero no aplican la misma política con los novelistas promedio.

Los autores se están convirtiendo en una suerte de estrellas pop, la que solían obtener sus mayores ingresos con la venta de discos pero que ahora utilizan sus grabaciones como herramientas promocionales, pues sus principales ganancias provienen de los conciertos.

El problema para quienes recién comienzan es que no están preparados para este nuevo escenario. A menudo son introvertidos y prefieren estar solos que salir a promocionarse, pero los lectores quieren conocer a los creadores de los libros que compran.

Así que los autores distintos al estándar podrían sentirse incómodos con esa cercanía con sus fans. Solo los que tienen el cartel de Harper Lee pueden darse el lujo de permanecer misteriosos.

Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez© The Economist Newspaper Ltd,London, 2015