Tras un 2019, en donde se creció poco más de 2%, una de las medidas adoptadas por el MEF para evitar una mayor desaceleración en el 2020, es el cambio en la trayectoria fiscal.
Esta nueva meta fiscal, implica la prolongación del déficit fiscal por encima del 1% hasta el 2024 y ya no hasta el 2021. Ahora se tendría un déficit de 1.8%, 1.6%, 1.3% y 1%, en 2021, 2022, 2023, 2024 respectivamente.
El economista Jefe para Perú del BBVA, Hugo Perea, indica inicialmente que la medida tomada por el MEF evita que se de un sobreajuste fiscal en un contexto en el que la economía mantiene cierta debilidad cíclica.
“La meta anterior parecía bastante exigente. Tener un déficit de 1% del PBI para el 2021, implicaría un ajuste significativo y, con ello, una incidencia negativa en la economía”, indicó.
Sobre el nivel de déficit, Perea indica que, dada la perspectivas de crecimiento y las bajas tasas de interés a las que se puede endeudar el gobierno peruano, no se necesita un déficit tan pequeño como el que se plantea para estabilizar la deuda por debajo del 30% del PBI (como indica la ley de responsabilidad y transparencia fiscal).
“Un déficit fiscal alrededor de 1.5% del PBI es totalmente compatible con un nivel de endeudamiento público como porcentaje del PBI, que se va a mantener por debajo del 30%.”, afirmó.
El economista Pablo Secada, por su parte, menciona que se tiende a sobredimensionar al déficit fiscal, a pesar de que el nivel de deuda del Perú es bajo.
Según Secada factores como la administración de activos y pasivos, y la calidad del gasto, deberían tener prioridad y una mayor discusión para su ejercicio óptimo.
“El Estado no administra activos, los pasivos no de la mejor manera posible y la calidad de gasto es pésima, siendo este último el que tiene mayor implicancia en el bienestar. Se tiene más de 10 puntos del PBI en activos, los cuales deberían estar rindiendo 8% al año y solo rinden 2% o 3%. Esa diferencia es medio punto del PBI”, indicó.
Clasificación crediticia y política fiscal
Con respecto a la calificación crediticia, Perea indica que esta mayor gradualidad en la convergencia del déficit fiscal hacía el 1% no afectaría al rating crediticio. La clasificación de riesgo no se vería afectada, pues esta nueva trayectoria no implicaría un nivel de endeudamiento por encima del 30% del PBI.
“La sostenibilidad de las finanzas públicas, su solvencia, la fortaleza de estas se mantendría con este escenario bajo una trayectoria más gradual”.
Hugo Perea también menciona que el impulso fiscal (el cual define si la política fiscal es contractiva o expansiva), el cual es negativo en 0.6% del PBI según el Reporte de Inflación del BCR, es paradójico, pues se ha estado en un contexto con debilidad por el lado de la demanda y por la posición cíclica de la economía.
El analista del BBVA, indica que eso se debe principalmente por la deficiencia en la ejecución del gasto.