Redacción Gestión

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(AP).- Pese a la fuerte retórica y ultimátums se espera que y sus acreedores lleguen a un acuerdo que permita al país permanecer en la , integrada por 19 países.

Inversionistas y encargados de políticas públicas no han entrado en pánico pese a la ruptura de las pláticas entre las partes sobre el nuevo intento del gobierno griego de renegociar los términos de su rescate financiero.

Quizá eso esté pasando porque ya antes ha sucedido algo parecido: la eurozona ha estado cerca del rompimiento con Grecia pero en cada ocasión de ha llegado a un acuerdo.

Ambas partes quieren evitar el peor escenario, en el que se cortaría la asistencia financiera a Grecia y se le obligara a dejar la eurozona, lo que causaría devastación en los mercados y sacudiría a los mercados financieros europeos y globales.

"Si Grecia abandona el euro el caos financiero que se desataría también representaría el fin del gobierno de Syriza", dijo Jane Foley, analista del Rabobank International, en referencia al partido radical que ganó las elecciones.

"Por esa razón seguimos pensando que es posible que se llegue a un acuerdo de última hora entre Grecia y sus acreedores", dijo.

No obstante, las partes cuentan con poco tiempo ya que el programa de rescate de Grecia concluye el 28 de febrero y entre más tiempo pase antes de lograr un acuerdo los mercados se pondrán más nerviosos.

No se ha descartado la posibilidad de que Grecia no pueda cumplir sus pagos de deuda, lo que podría desatar consecuencias enormes y nunca vistas en Europa y la economía mundial.

El último momento de nerviosismo llegó después que la eurozona informó a Atenas que debe solicitar una extensión de su programa de rescate para el viernes, antes de que se retomen nuevas negociaciones sobre el financiamiento futuro y el rumbo del país. Los inversionistas temen que ambas partes estén demasiado distanciadas, especialmente dado que el nuevo gobierno griego rechazó el rescate como un pilar de su campaña electoral.

Grecia recibió un rescate por US$ 275,000 millones desde 2010, pero sus diferentes gobiernos no han podido poner en marcha medidas de austeridad como reducción presupuestal o de pensiones.

Syriza, que llegó al poder hace tres semanas, culpa a esas medidas de los males del país.

Jeroen Dijsselbloem, el alto funcionario de la zona euro que hizo el ultimátum, espera que Atenas acepte prorrogar el programa de rescate y para alentar a ese país dio a conocer un boceto para la renegociación inmediata de algunas de las condiciones.

El acuerdo puede depender de algo tan sencillo como definir qué es una prórroga.

Los griegos no quieren ningún acuerdo que sugiera que el actual programa siga en vigencia y en su lugar quieren un "programa puente".

Más allá de cómo se nombre ambas partes quieren que el país reciba préstamos por unos meses para ganar tiempo y continuar con las negociaciones. Si pueden llegar a un acuerdo en la forma de describir ese acuerdo que salve la cara para ambas partes se puede llegar a un arreglo, dicen analistas.

Economistas del Commerzbank calculan que la salida de Grecia de la unión causaría que su economía decreciera en 10%, lo que se sumaría al descenso de 25% que ya acumula desde que cayó en crisis.

En el resto de Europa los contribuyentes tendrían que cubrir las enormes pérdidas de los préstamos hechos por los gobiernos nacionales para el salvamento de Grecia. Al fondo de rescate de la eurozona se le deben 142,000 millones de euros, mientras que a países de manera individual se adeudan 53,000 millones, más otros 20,000 millones al Banco Central Europeo. El Banco Central griego debe 50,000 millones de euros a otros bancos centrales de la eurozona.