Venezuela sufre una crisis constante y que se agrava más todos los días.
Venezuela sufre una crisis constante y que se agrava más todos los días.

Las fábricas situadas en las afueras de Caracas cerraron por vacaciones ya en octubre, debido a los suministros prácticamente inexistentes, la inflación disparada y una ola creciente de saqueos violentos.

Pocas volvieron a abrir.

Durante una incursión la semana pasada en los centros industriales de Guarenas y Guatire, en su día rebosantes de actividad, las principales avenidas, pobladas de plantas farmacéuticas, cementeras y tiendas de piezas de automóviles, estaban desoladas.

A principios de enero, el estallido de solicitantes de empleo se había agotado. "No hemos dejado de trabajar aquí", dijo Angel Requena, un vigilante de 45 años en un almacén de refrescos.

"Pero de los 20 camiones de reparto que hacían cinco viajes diarios a Caracas el año pasado, ahora tenemos solamente 14 camiones, que hacen un viaje al día", dijo, señalando un garaje vacío.

El ruido habitual de este centro industrial a solo 40 kilómetros (25 millas) de la capital ha sido silenciado por los controles cambiarios, el colapso de la economía petrolera, los límites de precios y una espiral inflacionaria que superó el 2,300% el año pasado. A medida que la economía de la nación se detiene, la vida pasa a ser definida por el crimen, el hambre y la necesidad.

La menor oferta ha llevado a un aumento imparable de los precios que resiste los esfuerzos de las autoridades para detenerlo. El jueves, el gobierno se reunió con funcionarios de Nestlé y Procter & Gamble para pedirles que bajaran los precios. Y el vicepresidente Tareck El Aissami anunció esta semana que las tiendas tendrían que hacer retroceder los precios a los niveles de diciembre.

"Se aplicará todo el peso de la ley contra las empresas que no cumplan", dijo El Aissami.

El viernes, Cavidea, la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos, dijo en una declaración pública que la medida significa "la paralización forzada". Una encuesta de noviembre de Conindustria, una de las organizaciones empresariales más grandes del país, mostró que 1 de cada 4 miembros estaba considerando cerrar en 2018 debido a las difíciles condiciones.

En el centro industrial del estado de Carabobo, 300 compañías de plásticos ya han dejado de recibir materia prima de una subsidiaria de la petrolera estatal PDVSA y están extendiendo las vacaciones de Navidad hasta el 15 de febrero.

El limbo en las ciudades gemelas de Guarenas y Guatire, en el estado de Miranda, es un microcosmos de la industria de fabricación de Venezuela. En 2016, las ciudades gemelas se extendían por 8 kilómetros cuadrados con instalaciones que producían el 20% de los medicamentos del país, el 65% de los pañales desechables, el 90% del pan de sándwich y el 22% del plástico, según la asociación industrial Fedeindustria.

Las fábricas del lugar producen baterías de automóviles, colchones, alimentos congelados, calzado de seguridad y componentes de vehículos, entre otros productos. En 2015, 400 empresas estaban registradas allí.

Esta semana, solo unos pocos trabajadores y peatones pasaron caminando. Los quioscos de aperitivos, generalmente llenos de clientes, estaban vacíos. Frente a uno, tres trabajadores entraron por la puerta principal a una empresa procesadora de alimentos, con papeles en la mano. No eran currículos, sino renuncias. El grupo probaría suerte en Perú, dijeron los hombres.

José Gregorio Palacios, de 41 años, gerente de seguridad de la compañía, dijo que estaba presenciando un éxodo. "Ni siquiera son las 12 y ya he recibido cuatro renuncias", dijo.Desde noviembre, 25 de los 240 empleados de la compañía se han ido. Palacios señaló las imágenes de las cámaras de seguridad que graban las líneas de montaje. No se movían. Los trabajadores eran grabados conversando.

"Los trabajadores están aquí, pero no hacen nada", dijo Palacios. "No hay material con el que trabajar". Los obstáculos también acechan afuera. Enjambres de venezolanos desesperados han comenzado a detener camiones y tomar el control de la mercancía, distribuyendo bienes desde la carretera a medida que otros vehículos pasan.

Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, se produjeron 107 saqueos o intentos de saqueo en todo el país en los primeros 10 días del año.

Victor Ciao, gerente de piso de 59 años de una planta que fabrica marcos de acero para edificaciones industriales, dijo que su compañía reanudó sus operaciones esta semana, pero que carecía de proveedores, materias primas y productos.

"Ahora tenemos que pedirles a los clientes materiales, como acero, algo que nunca antes habíamos hecho", dijo. La velocidad a la que suben los precios también es un problema. "Nuestras tarifas duran solo 24 horas".

A medida la posibilidad de obtener ganancias, o incluso de sobrevivir, se reduce, también se reduce la fuerza de trabajo.

Cinco hombres con trajes de faena azules estaban sentados en la acera frente a una compañía de baterías de vehículos, el único lugar en el área donde se podían escuchar ruidos de trabajo.

"Nuestro salario no es suficiente. La gente se está yendo a Colombia u otros países", dijo Ovidio Palomo, de 34 años. Los venezolanos con los medios para hacerlo se han apresurado a cruzar las fronteras. Porfirio Tamayo, presidente de la cámara industrial en el estado de Miranda, dijo que la migración de trabajadores calificados es la mayor amenaza de todas."Sin ellos, no podemos operar", dijo.