(Bloomberg) El movimiento de "los bonos del hambre" de Venezuela exhibió progresos limitados en sus primeros ocho meses de existencia. El término, que intentaba exponer a los inversores internacionales para que boicoteasen los bonos del Gobierno represivo o al menos concientizar sobre el tema, sólo era conocido por un puñado de especialistas.

Entonces Goldman Sachs Group invirtió fuerte en la deuda.

Y como todo movimiento de protesta necesita un enemigo —un papel que Goldman ya interpretó muchas veces— de repente la campaña tomó mucho envión.

El martes, manifestantes frente a la sede del banco en Nueva York cantaban "Basta de bonos del hambre, Goldman Sachs" y el término revoloteaba por internet; apareció en un montón de tuits y memes con imágenes de venezolanos desnutridos buscando comida en la basura.

Naturalmente, ganar notoriedad no necesariamente garantiza más éxito en la implementación del boicot —y tampoco queda del todo claro que se lograría con eso en cualquier caso— pero Jorge Botti, un empresario venezolano que fundó el movimiento hace un año, está entusiasmado.

"Yo tengo amigos que dicen que soy un idiota hablando de eso, que el capital nunca ha tenido corazón y por eso es que funciona tan bien, y yo en cambio creo que el mundo debería de buscar otra forma de organización", dijo Botti en entrevista. "Yo creo que esto va a comenzar a replicar un poco más", agregó.

Culpabilidad éticaLegisladores opositores se están uniendo a académicos y activistas para condenar la disposición de los inversores en deuda a hacer la vista gorda al caos que toma cuenta del país a cambio de grandes pagos de intereses.

El argumento es que financiar al régimen apuntala a déspotas cuya corrupción e incompetencia arruinaron el país dueño de las reservas de petróleo sin explotar más grandes del planeta.

Goldman afirma que no le provee dinero directamente al Gobierno. The Wall Street Journal informó que el brazo de administración de activos de la empresa compró US$ 2,800 millones en valores de la petrolera estatal mediante un agente a US$ 0.31 por dólar.

Pero parece que la transacción aumentó las reservas internacionales, lo cual quizás le dé un respiro al presidente Nicolás Maduro, que espera aferrado al poder a que suban los precios del petróleo para recibir más dinero.

Goldman rechazó toda idea de culpabilidad ética. El banco afirmó que la situación de Venezuela "es compleja y está evolucionando" y que la vida en el país "debe mejorar. Invertimos en parte porque creemos que mejorará".

InaceptableBotti acuñó la expresión en octubre de 2016, en una publicación a sus seguidores en Twitter (que hoy ascienden a cerca de 17,000), como parte de su intento por concientizar sobre el sufrimiento en el país.

Él, un extenedor de bonos, decidió en 2015 que no podía justificar aceptar los pagos y vendió su participación.

"Los tenedores de bono saben que se paga a costa del hambre del país. Mucha gente me dice que los bonos no tienen nada que ver con la gente. Pero yo digo que es un asunto moral", dijo Botti, que maneja un negocio de importación de hardware.

Francisco Ghersi, socio fundador de Knossos Asset Management, un fondo de cobertura dedicado exclusivamente a Venezuela, cree que la iniciativa de avergonzar está equivocada, puesto que considera que los problemas de Venezuela los causan la corrupción y la mala administración económica, no la deuda en sí.

"Lo que está ocurriendo ahorita es una tragedia, pero no es producto de los dos años que tienes pagando de intereses y de capital de los bonos. Me parece atrevido decir que hoy en día si la gente se está muriendo de hambre es por la deuda externa", dijo Ghersi.

Botti dice que los inversores que intentan adivinar exactamente por cuánto tiempo Venezuela podrá seguir pagando deudas están siendo miopes. Él quiere que el mundo se concentre en la crisis humanitaria en el país, no en los retornos gigantescos de sus bonos.