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Facilitar el empleo de los jóvenes en las áreas rurales puede frenar la migración a las ciudades y a otros países, señaló hoy la FAO, que destacó la experiencia de dos programas de cooperación en Etiopía y Túnez.

La especialista de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Paola Termine explicó en un seminario que hay muchos jóvenes "desalentados" que ven "muy difícil empezar una actividad agrícola por falta de fondos, acceso a la tierra, permisos y formación".

Para 2050 se calcula que el número de personas entre 15 y 24 años de edad en busca de trabajo aumentará hasta los 1,200 millones, la mayoría en África subsahariana y el Sudeste Asiático.

El alto nivel de desempleo en las zonas rurales obligará a muchos a emigrar a las ciudades y a países más desarrollados, escapando de la pobreza, los desastres naturales, los conflictos y las crisis prolongadas.

Para evitar ese tipo de migración forzada, la FAO ha llevado a cabo durante dos años dos proyectos financiados por la cooperación italiana con el fin de mejorar las capacidades de ese colectivo y generar oportunidades de empleo agrícola.

En Etiopía, unos 450 jóvenes recibieron entrenamiento técnico y recursos para desarrollar negocios como la cría de pollos en las regiones de Oromia y Amhara, que se encuentran actualmente en estado de emergencia tras una ola de protestas desatadas contra la marginación social.

El ministro de Estado de Agricultura de Etiopía, Damene Damota, defendió en Roma "la importancia del empleo rural en la agenda del Gobierno", que se ha propuesto crear 4.7 millones de trabajos en cinco años.

También pidió apoyo a los socios internacionales para contribuir a la inserción de los tres millones de jóvenes etíopes que entran cada año en el mercado laboral.

Recordó que Etiopía acoge a más de 700,000 inmigrantes y de allí han salido más de medio millón de personas hacia otros países, por lo que puede considerarse lugar de origen, destino y tránsito de migrantes.

El mapa de los flujos migratorios en África es complejo, puesto que el 75% de las migraciones en la parte subsahariana se realiza dentro de sus fronteras, sobre todo hacia países vecinos, mientras que el 90 % de los migrantes originarios del norte se dirige a Europa.

De ese fenómeno tampoco escapa Túnez, donde la FAO ha colaborado con las autoridades para implementar medio centenar de proyectos de empleo juvenil en sectores como el hortofrutícola.

Una figura clave en ese programa ha sido la del "acompañante", un experto que ayuda a los beneficiarios y los anima a lo largo de todo el ciclo económico, apuntó Monia ben Romdhane, responsable de la agencia pública de promoción de inversiones de Túnez.

Ben Romdhane indicó la necesidad de crear un "vínculo positivo entre migración y desarrollo rural", para lo cual están trabajando con las comunidades de tunecinos en la diáspora de modo que inviertan en determinadas iniciativas productivas en su tierra natal.

Un reciente estudio realizado en ese país sostiene que entre las principales motivaciones de los jóvenes rurales para migrar están la búsqueda de empleo y de ingresos complementarios a la agricultura y, en el caso de las mujeres, la oportunidad también de emanciparse y estudiar fuera.

En 2015, el número de migrantes internacionales ascendió a 244 millones en todo el mundo, de los que un tercio tenía menos de 35 años, según cálculos de la ONU.