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Odebrecht y los centros de atención directa a las comunidades

es una empresa que ha comenzado, desde hace unos meses, los trabajos para hacer realidad el Gasoducto Sur Peruano (GSP). El primer trazo se hace en la selva del Cusco a lo largo de 183 kilómetros.

Para reducir impactos sociales y ambientales, Alexandre Moreira Báltar, gerente de Sostenibilidad del GSP – Odebrecht, indica que lo primero que se hace es reconocer que la construcción puede impactar en el área.

Explicó en estas áreas el tema ambiental está muy ligado al tema social y que por ello es clave la comunicación entre la empresa y las comunidades. En este corto tiempo en la zona, se han realizado 80 asambleas comunales y 120 talleres informativos.

Pero la apuesta es más ambiciosa y se pondrán centros de atención directa a las comunidades que estén abiertas de manera permanente para que puedan absolver todas las consultas que la población necesita.

Según Moreira, los aprobados al inicio de los proyectos deberían tener forma de ser modificados, pues a lo largo de la construcción se pueden encontrar modos de hacer los monitoreos de una mejor manera.

Comunidad apoya cuando conoce beneficios de la inversión

Desde marzo del 2014, Iquitos cuenta con Internet de banda ancha y dejó de lado la telefonía satelital. El reto más grande para que este tipo de señal llegue fue la colocación de torres de 120 metros de alto a lo largo de 500 kilómetros.

Fueron 7,000 toneladas de infraestructura transportadas vía los caminos existentes en la selva de Loreto. Cerca de 900 personas de la zona trabajaron en esta obra.

De acuerdo con Carlos Flores, gerente de Concesión Móvil y Negocio Rural de Telefónica del Perú, las comunidades, en su gran mayoría, apoyaron el proyecto. A diferencia de las ciudades, donde hay una oposición a la instalación de antenas de telefonía, los pobladores de la Amazonía peruana colaboraron en todo momento.

Una razón fue fundamental. Las 169 comunidades por donde pasó el proyecto sentían que iban a estar comunicadas con el resto del país por primera vez y sentían el beneficio de esta inversión.

"En la posta de Providencia, nos dijeron que cuando nacía un niño el resto del país no se enteraba porque no hay forma de comunicarlo. Ahora lo registran a través de Internet", dijo.

Crosland: La motocicleta forma parte de la cultura de la selva

"En la selva casi no hay autos, todos manejan motos. Mujeres, hombres, jóvenes, mayores, todos. La motocicleta es parte de la cultura en la zona de selva", afirma el gerente de Marketing de Crosland, Christian Loveday.

Y es que es una de las principales importadoras de motos y motocarros en el Perú, y tiene en la Amazonía una zona clave para sus operaciones. Actualmente, hay más de 12,000 motocicletas y 8,000 motocarros que circulan en la selva peruana.

Este tipo de vehículos convive día a día con los pobladores, y la demanda por que sean de mayor calidad se incrementa. Loveday comenta que una persona en la selva compra su primera motocicleta, normalmente de origen chino, a los 17 años, a un precio promedio de US$ 6,000.

La moto se cambia a los dos años porque ya no funciona, y su segunda motocicleta le costará un 50% más. Cuando deje de usarla, la tercera motocicleta tendrá un valor 100% superior a la primera, por la calidad que tiene y porque existe la disposición para el pago. "Hay pocos participantes con ofertas enfocadas en la necesidad del consumidor de la selva", dice el ejecutivo.

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