En el Perú existen poco menos de 1,000 pequeños productores de pisco, de los cuales 600 cuentan con autorización de la denominación de origen y los demás son de escala pequeña, que solo comercializan en los mercados locales. Estos negocios se han visto afectados a consecuencia de la pandemia.
La paralización del turismo interno y receptivo, restricciones a los restaurantes, así como la actualización del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) que se aplica para desincentivar el consumo de ciertos productos, ha reducido el consumo de la bebida bandera. Esta pasó de tener un monto fijo de S/ 2.22 por litro, S/ 0.04 más que el 2020.
A doscientos sesenta kilómetros de la ciudad de Lima se ubica Humay, uno de los ocho distritos de la provincia de Pisco, en Ica. En ese lugar diversos pequeños productores vitivinícolas se dedican a la elaboración de la bebida considerada Patrimonio Cultural de la Nación.
En ese distrito vive Zenón Zevallos, de la bodega La Encañada, quien produce uva y destilados, como el pisco en diferentes versiones. Señala que el mercado se encuentra contraído debido a la ausencia de visitantes en la localidad. Si antes vendía 30 cajas de botellas de pisco al mes, ahora solo son 20 las que completa.
La misma situación vive José Conislla, de la bodega el Olivar, quien dijo a este medio que en una situación normal lograba comercializar entre 3,500 a 4,000 litros de pisco por año, hoy esa cantidad se ha reducido en un 40% por el actual contexto.
Por su parte, José Moquillaza, productor de pisco y embajador de la Marca Perú, cuenta a Gestión.pe que el año paso solo se vendió el 20% de lo proyecto. Los productores de uva como los de pisco se vieron afectados. Si bien tuvieron uva en abundancia, las cosechas se paralizaron por la inmovilización social. Ello provocó que los viticultores limiten sus ventas y los productores dejen de destilar.
“Al no haber turismo, la venta de pisco y vino fue muy lenta, sobre todo de la bebida bandera. Los precios llegaron a un 60% por debajo del valor histórico. La situación es complicada porque la uva es un cultivo estacional”, narró Moquillaza.
Para hacer frente a esta situación, según el empresario, algunos productores han tenido que vender sus áreas de cultivo, sobre todo en el valle de Ica, Pisco y Chincha, donde hay lotizaciones en tierras agrícolas de gran variedad.
“Están colocando cemento en algunos lados. Los productores están vendiendo sus tierras para sobrevivir. Dos años de pérdidas no lo soporta ni la agricultura. Por ello, considero importante que haya un FAE Pisco, porque los agroexportadores han recibido lo del FAE Agro en su mayoría”, aseguró.
Argumentó que el ISC está afectando el incremento del sector, así como promoción de la formalidad. “Este aumento sube el nivel de informalidad que debe haber crecido producto de la pandemia”, indicó.
Vino, una buena oportunidad
Las bodegas en promedio solo han vendido entre 20% y 25% a comparación del año anterior. Para ello, fue necesario que los productores de pisco se diversifiquen y comiencen a elaborar vino, porque esta bebida utiliza menor cantidad de uva y tiene una mayor venta.
Moquillaza revela que producir vino artesanal es una oportunidad latente porque en los mercados extranjeros se está apreciando mucho y se pueden vender a buen precio.
“He visto varias bodegas que están elaborando vinos que tienen costos más bajos y rotación más alta. Esto debería ser analizado y estudiado porque está creciendo de forma espontánea, sin apoyo técnico, comercial ni financiero”, sostuvo.
Añade que los productores están complementando el pisco con el vino, porque de la uva se pueden obtener hasta ocho derivados, como vino, vinagre, vino fortificado, entre otros, mientras que el pisco es un monoproducto.
“Las bodegas más grandes e industriales que todos conocemos tienen una variedad de producto. Entonces las pequeñas están ampliándose a tener una producción de vino. Para eso necesitan asistencia”, comenta.
Moquillaza comenta una botella de Pisco Ultra premium se exporta a US$ 36 y el promedio de la categoría (mayormente para coctelería) bordea los US$ 5.50 a precios FOB. En el caso del vino natural de proceso ancestral se ha logrado exportar a valores de US$ 11 utilizando cinco veces menos uva, con un gran diferencial sobre el Pisco.
Entre los mercados más interesados para hacer envíos está Estados Unidos, Canadá y Brasil, así como ciudades europeas como Londres, Berlín y Viena, donde la alta gastronomía consume vinos naturales invirtiendo altos precios. “Soy el primer y único peruano que ha llegado a estos mercados. A pesar de que la autoridad sanitaria nos pone muchas trabas”, indicó.
Acota que especialistas en vinos artesanales provenientes de España, Francia, Italia, Eslovenia y Georgia podrían venir al Perú a brindar una asesoría técnica adecuada a los productores.
“El mercado demanda productos artesanales, ancestrales y auténticos, sin uso de químicos ni azufres. Hay que hacerlo bien. Por ello, deberíamos trabajar con consultores europeos”, sostuvo.