Muchos empresarios españoles no se fían del presidente Trump porque, ya muy cerca de las presidenciales del 2020, temen que juegue aún más tiempo con unos aranceles que pueden darle votos( Foto: EFE)
Muchos empresarios españoles no se fían del presidente Trump porque, ya muy cerca de las presidenciales del 2020, temen que juegue aún más tiempo con unos aranceles que pueden darle votos( Foto: EFE)

Las empresas españolas de aceite y vino principalmente, pero también de quesos, frutas y mariscos, tratan de sortear los efectos "devastadores" de los nuevos aranceles de 25% impuestos hace este 18 de noviembre justo un mes por parte de Estados Unidos, y que afecta a exportaciones por valor de unos 731 millones de euros.

Algunos empresarios acumularon existencias en naves industriales antes de la subida arancelaria, los hay que repercuten parcialmente el precio en el consumidor, otros empiezan a ofrecer productos de terceros países y los hay que, como los aceiteros, van a trasladar el embotellamiento a Estados Unidos para evitar la nueva tasa.

Según explica la directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de España en Estados Unidos, Gemma Cortijo, "los aranceles impuestos por la Administración Trump afectan a productos muy populares en Estados Unidos, pero no dañan de una manera importante el comercio bilateral" puesto que representan un volumen de 5.72% sobre el total de exportaciones a ese país.

Sin embargo, alerta: "Sí se espera que los nuevos aranceles tengan un efecto devastador sobre las empresas que se ven afectadas, ya que las subidas obligan a los importadores a inclinarse por productos provenientes de otros países, como es el caso del aceite o del vino".

De entrada hay que ver con detalle a qué productos afecta la nueva tasa y qué volumen de negocio representa. Por ejemplo, están afectados casi todos los quesos españoles, incluido el manchego, una exportación que el año pasado movió 87 millones de euros.

Un caso parecido es el de los mariscos, que mueve 84 millones de euros, mientras que la Cámara de Comercio calcula que el 23% de las exportaciones de frutas a Estados Unidos se ven afectadas, lo que representa 23 millones de euros de los 89 millones que facturó el año pasado en ese país.

La cosa va a más en el caso del vino, que la Administración Trump penaliza con un incremento del 25% de aranceles cuando es exportado en recipientes o botellas de menos de dos litros y con una concentración de alcohol de menos del 14 %. En este caso, la afectación es del 54% de los 321 millones que se exportan a Estados Unidos, es decir, 174 millones de euros.

Aún peor es el caso del aceite, concretamente del de oliva en recipientes de menos de 18 kilogramos producido en España, puesto que Estados Unidos es el principal país importador, lo que representa un 47% de los 464 millones que mueve al año en ese país, es decir, 190 millones de euros. También se han penalizado las aceitunas, que ya llevan dos años de penurias por diversas cuestiones.

Este problema, que España comparte con Alemania, Francia y Reino Unido a raíz del visto bueno de la Organización Mundial del Comercio por el caso Airbus, ha puesto en guardia a muchas corporativas, sobre todo del aceite, que se las ingenian para aguantar el tirón.

El consejero delegado en Estados Unidos de Aceites García de la Cruz, Eusebio García de la Cruz, explica e que ha tenido que "hacer acopio de mercancía en una nave que alquilo en New Jersey, que me da para ir comercializando durante 3 o 4 meses" en muchas de las cadenas de alimentación en las que distribuye, como Whole Foods.

García de la Cruz, que forma parte de la North American Olive Oil Association -el 60% son aceiteras españolas-, intenta gestionar su situación con acumulación de stocks, reduciendo márgenes de algunos productos de alta gama e incluso, admite, "ofreciendo aceite de terceros países, de Túnez, Marruecos y Portugal".

Además, a la espera de cómo se desarrollen los acontecimientos, está estudiando la posibilidad de exportar solo a granel y embotellar en Estados Unidos, en donde puede resultar un 10 % más caro que en España pero con lo que eludiría el 25% de la nueva tasa.

Por su parte, el consejero delegado de Sovena en Estados Unidos, Enrique Escudero, cree que el principal perjudicado es el consumidor puesto que "de una manera u otra, total o parcialmente", la subida de aranceles se traslada al precio final, lo que puede derivar en una "contracción del consumo" de aceite de oliva que "previsiblemente algunos consumidores sustituirán por otro tipo de grasas".

Sovena es el importador de aceite de oliva más grande de Estados Unidos, suministra al 60% de todas las marcas privadas del mercado de la gran distribución minorista en ese país. Tiene dos plantas, una en Rome (Nueva York) y otra en Modesto (California), adonde piensa trasladar el embotellado realizado hasta hora en España.

Como tantos otros distribuidores, Escudero admite que "es pronto para valorar el coste" de la subida de impuestos, aunque es consciente de que "sabemos que va a implicar por nuestra parte un importante esfuerzo en todos los sentidos".

La imposición de los aranceles el pasado 18 de octubre por parte de Estados Unidos a productos provenientes de la UE se enmarca dentro la promesa electoral de la Administración Trump, la cual se comprometió en campaña a reducir el déficit de la balanza de pagos con el resto del mundo (US$ 500,000 millones), el déficit más alto del mundo, casi cinco veces mayor que el Reino Unido.

Estados Unidos ha pasado de ser una de las fábricas del mundo a ser un país que depende de la producción extranjera. Este factor perjudica gravemente a las clases trabajadoras estadounidenses, según la actual Administración, que acuñó el eslogan "America First" para abanderar su nueva política internacional, con la intención de modificar todos sus acuerdos comerciales internacionales.

Ahora lo que más preocupa a los empresarios españoles es saber cuánto va a durar el nuevo arancel, que a la espera de la resolución de litigios que se cree favorecerán a la UE, deberían llegar a su fin en marzo o abril del 2020.

Pero muchos empresarios no se fían del presidente Trump porque, ya muy cerca de las presidenciales del 2020, temen que juegue aún más tiempo con unos aranceles que pueden darle votos.