(Bloomberg) Ser padre no es fácil, sobre todo si los padres tienen antecedentes de haber consentido a hijos muy dependientes.

Es el problema que están teniendo varios bancos centrales después de tantos años de apoyo tanto explícito como implícito a los activos financieros.

Y lo tornó aún más palpable la respuesta entusiasta del mercado el 19 de mayo al momento elegido (probablemente sin advertirlo) para un discurso de un funcionario de la Reserva Federal posterior a la liquidación de acciones particularmente horripilante a mediados de semana.

Obligada a usar el "canal de activos" como principal vehículo para alcanzar sus objetivos en materia de crecimiento económico e inflación --es decir, impulsar los precios de los activos para que los consumidores se sientan más ricos y gasten más y también aumentar las inversiones corporativas alimentando la vitalidad-- la Fed terminó brindando durante muchos años un apoyo excepcional a los mercados financieros sirviéndose de una variedad experimental de herramientas poco convencionales y de la orientación de expectativas.

De hecho, la mayoría de los inversionistas y operadores están condicionados ahora a esperar las palabras tranquilizadoras de los banqueros centrales --y, de ser necesario, las acciones de política-- apenas los mercados atraviesan una mala racha, prácticamente sin importar la razón. Y eso es lo que terminó ocurriendo la semana pasada, nuevamente.

Preocupado por los recientes vaivenes de la Casa Blanca respecto de las acusaciones de participación rusa en la campaña electoral, el S&P 500 se desplomó el 17 de mayo en la mayor liquidación de este año, en tanto los mercados elevaron el riesgo de ejecución vinculado a los anuncios de la administración del presidente Trump sobre políticas a favor del crecimiento en materia de reforma fiscal e infraestructura.

La marcada liquidación aumentó los temores de que el impacto favorable de la liquidez amplia pueda verse neutralizado por el atraso de los factores económicos fundamentales.

La ulterior acción de los precios el 18 de mayo fue muy tentativa --pero cambió notablemente al día siguiente, cuando los mercados escucharon a James Bullard, presidente de la Fed de St Louis.

Al sugerir que la Fed podría tener que adoptar una posición más estimuladora de lo que indicó últimamente, las declaraciones evidenciaron muchos años de condicionamiento y consentimiento del mercado –-específicamente, Bullard señaló que los recientes sucesos económicos "pueden sugerir que el camino contemplado por el Comité Federal de Mercado Abierto para la tasa oficial es excesivamente agresivo en relación a los datos entrantes reales".

La cuestión no fue el contenido de los comentarios de Bullard. Las opiniones que expresó en su discurso bien elaborado son comprensibles considerando la reciente racha de datos económicos blandos, además de la incertidumbre persistente referida a si esto es verdaderamente temporario o si indica un viento en contra estructural persistente.

A decir verdad, hay margen para una discusión y un debate genuinos y más investigación. Pero lo más problemático es el momento elegido, ya que alimenta --una vez más-- la visión profundamente arraigada de que los bancos centrales son los Amigos Para Siempre de los mercados.

El comentario de Bullard, realizado en el contexto de una amplia liquidez del mercado (tanto real como percibida) --interrumpió cualquier consideración significativa del mercado en relación con las perspectivas de los factores económicos fundamentales en pro del crecimiento.

Y este es un proceso indispensable e importante, sobre todo teniendo en cuenta hasta qué punto los precios de los activos ya se han desacoplado de los factores económicos fundamentales.

Ciertamente no pretendo decir que los banqueros centrales no deberían comunicar sus opiniones más recientes sobre los acontecimientos económicos y cómo influyen en su reflexión sobre la política.

Deberían, y deben hacerlo. Pero al igual que los padres, que deben reducir cuidadosamente la dependencia excesiva de sus hijos con el fin de prepararlos mejor para el futuro, no tienen otra opción que prestar más atención al momento elegido.

Considerando de dónde viene la relación entre los mercados y los bancos centrales, la oportunidad que elige un banquero o banquera central para hablar ya es tan importante como lo que dice.