(Foto: Reuters)
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El último ataque de Boeing Co. en la creciente batalla con sus rivales en la fabricación de aviones podría terminar perjudicándola.

Según se reveló el jueves, la compañía de US$ 175,000 millones está en conversaciones para adquirir al fabricante brasileño de aviones regionales Embraer.

El acuerdo daría a Boeing productos que compiten con los aviones Serie C de la firma de Montreal Bombardier en la que su rival Airbus SE acaba de acordar adquirir una participación.

Airbus llegó a ese acuerdo después de que el futuro del proyecto quedara en entredicho por las denuncias de Boeing de que Bombardier se aprovechó de los subsidios canadienses para vender aviones a Delta Air Lines a un precio injustamente bajo.

La alianza Airbus-Bombardier fue ampliamente percibida como evidencia de que la imprudente guerra de Boeing contra Bombardier estaba teniendo un efecto contraproducente sobre la firma estadounidense.

Boeing calificó el acuerdo de "cuestionable", pero aparentemente no tiene reparos en intentar imitarlo, aunque a una escala aún mayor (el valor de mercado de Embraer era de unos US$ 3,700 millones antes de que se conocieran las negociaciones).

Es una táctica agresiva que puede llevar a ninguna parte: el gobierno brasileño tiene la facultad de rechazar un acuerdo y Embraer ha sido históricamente visto como un modelo de industria para la nación. Reuters informó que el gobierno brasileño no ha estado involucrado en las negociaciones.

No obstante, la mera idea de que Boeing incluso consideraría este acuerdo de alguna manera refuerza un argumento que tanto Bombardier como Delta han planteado en la disputa comercial: Boeing no tenía un avión del tamaño correcto para ser un contendor del acuerdo de Delta.

No fue perjudicado por la competencia desleal, porque ni siquiera podía competir.

Boeing ha argumentado que su avión de pasajeros 737 Max 7[MML1] , el más pequeño de sus aviones mejorados, es realmente comparable y que puede no sobrevivir debido a los bajos precios de Bombardier. Ese avión puede transportar una cantidad similar de personas que el Bombardier CS300, dependiendo de cómo se configuren. Pero, uno podría argumentar, si el avión de Boeing fuera un competidor tan claro y directo, ¿por qué tendría que pasar por los dolores de cabeza regulatorios y el costo financiero del acuerdo con Embraer?

Dada la participación de Airbus en Bombardier, Boeing necesitará más peso si quiere competir en el mercado de jets regionales a futuro, independientemente de si los aranceles propuestos por el gobierno de Estados Unidos se mantienen o no. Comprar Embraer ayudaría a resolver eso. Las dos compañías ya colaboran en investigación y el avión militar de carga KC-390.

Sin embargo, un acuerdo con otro fabricante de aviones no ayuda mucho al objetivo de Boeing de expandirse a servicios de posventa con mayores márgenes. Cualquier acuerdo por Embraer, en especial con la "prima relativamente grande" que se ha informado, absorbería una buena cantidad de los recursos financieros y del tiempo de administración de Boeing, lo que plantea dudas no solo sobre el compromiso con los servicios, sino también sobre la devolución de efectivo a los accionistas.

Boeing debería disponerse a recibir grandes beneficios del proyecto de ley tributaria que los legisladores republicanos aprobaron esta semana, la que le daría más efectivo para probar distintas cosas, pero en cuestión de prioridades, una adquisición de Embraer parecería estar dirigiendo a Boeing en una dirección muy diferente respecto de la que se preparó a los inversores para tomar.

También se vuelve aún más difícil argumentar, como hizo Boeing, que la consolidación entre sus proveedores no agrega valor a la industria. La queja –presentada después de que United Technologies Corp. propusiera comprar al fabricante de aviónica Rockwell Collins Inc. por US$30.000 millones– siempre fue un poco excesiva proviniendo de una compañía que disfrutaba de un duopolio efectivo en la industria de fabricación de aviones. Parecerá aún más cuestionable si Boeing procede a consolidar aún más ese mercado aún más. Un acuerdo con Embraer podría ayudar a United Technologies en su búsqueda de la aprobación antimonopolio para la compra de Rockwell y, en definitiva, darle más peso en las negociaciones con Boeing.

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